Estefana Gómez Vázquez (97) y Faustino Jacinto Vázquez (99) llevan 81 años de casados y son probablemente la pareja de esposos más longeva de México y del mundo con una numerosa familia de 204 descendientes. Para los esposos, el matrimonio "es un compromiso ante Dios. Es hasta que Dios nos quite la vida. Hay que sufrirle. Esto no es para relajo".
Ellos todas las mañanas rezan juntos frente a una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y una cruz tallada en madera ubicada en la sala de su casa, dando gracias por un día más de vida.
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Faustino y Estefana viven en Villa del Carbón en el Estado de México, en donde además vive la mayoría de sus 11 hijos que aún viven, sus 65 nietos, 110 bisnietos y 18 tataranietos, con quienes festejarán en junio los 100 años de Faustino.
Estefana señaló que durante su vida "nos fuimos adaptando a lo que había. Nunca pensé en separarnos. Nos casamos para estar unidos todo el tiempo que tengamos vida", a lo que agregó Faustino, "cuando ella creía que yo hacía algo mal, me corregía. Y también cuando yo veía algo que no iba, se lo decía", de esta manera resuelven sus diferencias.
Los esposos en total tuvieron 15 hijos, de los cuales cuatro fallecieron, muchos de ellos enfermaron por no contar con las vacunas, algunos tuvieron sarampión y otros padecimientos inexplicables que trataban de curar con los remedios caseros que tenían a su alcance.
En su testimonio concedido al periódico mexicano La Jornada, expresaron que "si Dios me los quiere dejar, bien; si no, lo que haga está bien hecho". Actualmente los hijos vivos de la pareja tienen entre 52 y 78 años de edad.
La historia de amor entre los esposos, empezó cuando Faustino a la edad de 18 años escuchó a su madre mencionar sobre una joven de 16 años llamada Estefana de buenos sentimientos y seria.
En ese momento explicó Faustino, sintió que su corazón se aceleró y se enamoró de ella sin conocerla y ya desde ahí se imaginaba toda una vida a su lado, por tanto se propuso hacerla su novia.
Cuando se conocieron, Estefana trabajaba momentáneamente en una casa en Villa del Carbón hasta que regresó con su familia en Cañada, un poblado cercano. Esto hizo que Faustino caminara cerca de dos horas para verla.
En ese entonces, él trabajaba en la explotación de carbón vegetal y un día le preguntó a la Estefana: "¿estás segura que me quieres? Sólo tengo lo que traigo puesto, un sombrero de palma roto y la ropa sucia de carbón", a lo que ella respondió con un "sí", afirmando ahora que le tocó "un buen marido".
Faustina entre risas comenta que el 15 de septiembre "me la robé" y el 17 de octubre de 1932 a las pocas semanas de conocerse, la pareja se dio el sí ante Dios.
Desde ahí han pasado por diferentes dificultades a causa de la pobreza, el hambre y las enfermedades. Estefana cuidaba a los hijos y trabajaba lavando ropa, "comíamos lo que se podía. Quelites, frijoles, tortillas", dijo ella.
Luego de trabajar como carbonero, Faustino también fue machetero y chofer, hasta que el año 1980 decidió dedicarse a la siembra en sus tierras y al cuidado del ganado.
Recuerda que para ver la televisión pagaba 20 centavos y ahora en cambio dice que "hay que acostumbrarse a los cambios" ya tiene televisor en casa y todos sus familiares llegan con sus teléfonos en mano.
También se dedicó a ser delegado de San Jerónimo Zacapexco y ahora el multideportivo del municipio y un corrido (canción popular) llevan su nombre, tomando en cuenta que formó parte del equipo local de fútbol "El Oro" en los años sesenta.
Actualmente Faustino tiene problemas respiratorios y anda con oxígeno, y ya que viven solos, sus hijos se turnan para cuidarlos, sin embargo Estefana no ha dejado de cocinar para su esposo y preparandole la comida tal como a él le gusta.
En un informe difundido en Televisa, Antonio Jacinto Gómez, uno de sus hijos resaltó el respeto que siempre hubo y continúa entre ellos, y para uno de sus nietos, Juan Manuel Jacinto Cruz, destacó que el amor que dura entre ellos los anima a seguir ese ejemplo.