"Que el bien común ¡deje de ser una palabra vacía y abstracta!" escribe el Papa Francisco en el prólogo de "Pobre y para los pobres. La misión de la Iglesia", libro del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Arzobispo Gerard Muller, que será creado Cardenal en el próximo Consistorio del 22 de febrero.
El diario italiano Corriere della Sera adelanta hoy el prólogo del libro que será presentado la próxima semana y donde el Santo Padre explica que "sólo cuando el hombre se concibe a sí mismo como uno que por naturaleza está ligado los demás, originariamente como hermanos, es posible una práctica social donde el 'bien común' ¡deje de ser una palabra vacía y abstracta!".
"No podemos olvidar que no solo existe la pobreza ligada a la economía, ya que no nos hemos creado a nosotros mismos y por sí mismos no podemos darnos todo lo que necesitamos", y "el justo reconocimiento de esta verdad nos invita a permanecer humildes y practicar con el valor de la solidaridad como una virtud necesaria para vivir", afirma.
En este sentido el Pontífice escribe que "el dinero y el poder económico pueden ser un medio que enajena al hombre confinándolo al egocentrismo y egoísmo".
"En cambio, cuando el hombre es educado a reconocer la solidaridad fundamental que lo vincula a todos los demás hombres, entiende que no puede guardar para sí mismo los bienes que posee. Cuando vive habituado a la solidaridad, el hombre sabe lo que niegan a los demás y se guarda solo para sí mismo, algo que tarde o temprano se volverá en su contra", añade.
Cuando el hombre "se concibe como bueno y se educa para vivir así –continúa el Santo Padre-, la pobreza como criatura original deja de ser una desventaja, sino un recurso que lo enriquece y es una ventaja para todos. Esta es la luz positiva en la que incluso el Evangelio nos invita a mirar la pobreza".
"¿Quién de nosotros no se siente incómodo en el trato, incluso, de la simple palabra pobreza? Hay muchas formas de pobreza. El mundo occidental identifica la pobreza, en primer lugar, con la ausencia del poder económico y destaca negativamente este estado. Su gobierno, de hecho, se basa esencialmente hoy en día en el enorme poder del dinero adquirido, un poder aparentemente por encima de los demás. Por lo tanto, la ausencia de poder económico significa la irrelevancia política, incluso humanitaria y social".
Por último, el Papa recuerda que existen muchos tipos de pobreza, "pero la pobreza económica es aquella que es vista con mayor horror. Aquellos que no poseen dinero son considerados en la medida en que puede servir para otros fines".
"La tarea de los cristianos es redescubrir, vivir, y anunciar a todos esta unidad valiosa y original entre el beneficio y solidaridad. ¡Puesto que el mundo contemporáneo necesita redescubrir esta verdad! Cuanto más se acepte lidiar con esto, más disminuirá la pobreza económica que nos aflige", concluye.