La historiadora judía Anna Foa, miembro de la Asociación Europea de Estudios Judíos, señaló recientemente que los resultados de las investigaciones revelan que muchos judíos se salvaron durante la II Guerra Mundial por la intervención de importantes líderes de la Iglesia, particularmente el Papa Pío XII.
Al participar en un congreso en Florencia (Italia), entre el 19 y el 20 de enero, Anna Foa, según recoge el vaticanista Sandro Magister en su blog Chiesa, indicó que los estudios más actuales borran "la imagen propuesta en los años sesenta de un Papa Pio XII indiferente a la suerte de los hebreos o, incluso, cómplice de los nazis".
La también profesora de Historia Moderna en la Universidad La Sapienza de Roma indicó que "los estudios de los últimos años están poniendo cada vez más de relieve el papel general de protección que la Iglesia ha tenido respecto a los judíos durante la ocupación nazi de Italia".
"Desde Florencia, con el cardenal Dalla Costa proclamado 'Justo' en 2012, a Génova con don Francesco Repetto, también 'Justo', pasando por Milán con el Cardenal Schuster hasta llegar, naturalmente, a Roma donde la presencia del Vaticano, además de la existencia de zonas extraterritoriales, permitió salvar a miles de judíos".
Estas obras "de asilo y salvamento de los perseguidos", indicó, no respondían simplemente a "iniciativas que provenían desde abajo, sino que claramente estaban coordinadas, además de permitidas, por los vértices de la Iglesia".
"Me gustaría resaltar aquí que esta imagen más reciente de la ayuda prestada a los judíos por la Iglesia no surge de posiciones ideológicas afines al catolicismo, sino sobre todo de investigaciones concretas acerca de la vida de los judíos durante la ocupación, la reconstrucción de historias de familias o de individuos. En resumen, del trabajo de campo".
La historiadora aseguró que casos de judíos refugiados en iglesias y conventos aparecen "continuamente en las narraciones de los supervivientes".
La experta lamentó que la discusión sobre Pío XII y los hebreos "ha frenado la investigación durante muchos decenios, desplazando al terreno ideológico cada intento de aclarar los hechos históricos".
En medio de la persecución nazi, señaló Anna Foa, "sacerdotes y hebreos compartían el mismo alimento".
"Las mujeres hebreas paseaban por los pasillos de los conventos de clausura y los hebreos aprendían el Padre Nuestro y se vestían con el hábito talar como precaución en el caso de irrupciones alemanas y fascistas".
Recordando la relación entre judíos y cristianos, que llevó a muchos de los primeros a bautizarse, y que en otros casos ocasionaba diálogos respetuosos sobre las religiones, la profesora hebrea señaló que se trató de una "familiaridad nueva y repentina, iniciada sin preparación por las circunstancias, en condiciones en las que una de las dos partes era perseguida y peligraba su vida y necesitaba, por tanto, de mayor 'caridad cristiana', no se dio sin consecuencias para el inicio y la acogida del diálogo".
"Un diálogo que llegó mucho más tarde, ciertamente, y que se inició sobre todo a nivel teórico, mientras éste se nos muestra como un diálogo desde abajo, hecho de compartir los alimentos juntos y de conversaciones sin pretensiones, también para superar la ansiedad de una relación desconocida hasta ese momento".
Foa recordó el caso de unas religiosas que en su convento, en Roma, "añadían el tocino a la sopa común sólo después de haberla distribuido a las hebreas a las que habían dado refugio. También ésta es, en mi opinión, una forma de diálogo desde abajo".
La experta lamentó que "inmediatamente después de la guerra, en un momento en que prevalecía la necesidad de olvidar la Shoah, este proceso de diálogo fue en parte bloqueado porque por un lado los hebreos estaban intentando reconstruir su proprio mundo y la propia identidad después de la catástrofe y, por el otro, los católicos parecían haber vuelto a las posiciones tradicionales en las que la esperanza de la conversión era más fuerte que el respeto".
"A principios de los años sesenta, con 'El vicario' de Hochhuth, sobre este proceso se proyectaría la sombra de la leyenda negra de Pio XII, con el resultado de obstaculizar y oscurecer la memoria y el peso de ese primer recorrido común", indicó.
Para leer el artículo de Sandro Magister y el texto completo de la conferencia de Anna Foa, puede ingresar a: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350703?sp=y