El Dr. José María Simón Castellví, miembro del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios (Pastoral de la Salud) y presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), aseguró que no existe duda sobre la relación entre promiscuidad y cáncer.
En declaraciones a ACI Prensa, el Dr. Simón Castellví remarcó que "no hay duda entre la relación de promiscuidad y cáncer" y señaló como ejemplo al "el virus del papiloma humano, de transmisión sexual, es el principal causante de cáncer de útero".
Los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), indican que el virus del papiloma humano "se transmite por contacto genital", por lo que la mejor forma de reducir la probabilidad de contraerlo es permanecer "en una relación con una sola pareja, limita el número de parejas sexuales o escoge a una persona que no haya tenido parejas sexuales o que haya tenido muy pocas".
El presidente del FIAMC indicó además que "también hay una mala relación entre promiscuidad e infertilidad: a veces, las trompas de Falopio no son bien permeables en personas que han tenido gonococia", conocida como Gonorrea, una enfermedad de transmisión sexual.
Simón Castellví también señaló que existe una importante relación entre el uso de anticonceptivos orales y el cáncer.
Ya en un comunicado difundido en septiembre en 2005, el entonces presidente del FIAMC, y hoy diputado italiano Gian Luigi Gigli advirtió, en base a un informe de la Organización Mundial de la Salud, que "los anticonceptivos orales de estrógeno y progestágeno se clasificaron en el Grupo 1 de los agentes cancerígenos. Esta categoría se utiliza cuando hay evidencia suficiente de carcinogenicidad en humanos".
En un contexto en el que más de 100 millones de mujeres usaban anticonceptivos orales combinados, advirtió el Dr. Gigli "para estas mujeres, el mensaje es que el uso de anticonceptivos orales incrementa el riesgo de cáncer de mama, de cérvix y de hígado".
Para Gigli, los resultados del estudio de la OMS arrojí "nuevas luces sobre el valor profético de las encíclicas 'Humanae Vitae' de Pablo VI, y 'Evangelium Vitae' de Juan Pablo II, y alienta a los médicos a difundir los métodos de regulación natural de la familia también en las sociedades prósperas occidentales".