El Arzobispo de Tegucigalpa, Cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, aseguró desde Estados Unidos que Iglesia Católica está creciendo sin hacer ruido y debe evangelizar buscando mostrar la alegría de vivir como "una Iglesia de los pobres".
"Cada año la Iglesia está creciendo, como un bosque, sin hacer ruido, "dijo el Arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, en la Universidad de Dallas.
"Hay más ruido cuando un árbol cae que cuando un bosque frondoso crece. Ésta es la situación de la Iglesia".
El Cardenal Rodríguez, quien es también el coordinador del grupo de ocho cardenales que asesoran al Papa Francisco en la reforma de la Curia Romana, habló el pasado 25 de octubre ante cientos de participantes sobre la importancia de la Nueva Evangelización.
"No todo es pesimismo, no todo es escándalo y pecado. ¡No! Aquí el Evangelio de Cristo también está vivo y es eficaz", agregó en alusión a los miles de estadounidenses que cada año se unen a la Iglesia Católica.
"Necesitamos irradiar nuestra fe," exhortó. "Tenemos que dar un paso hacia adelante".
El Cardenal Rodríguez indicó que el pontificado del Papa Francisco es "el comienzo de un nuevo y dinámico periodo en la historia del catolicismo, en el que la Iglesia constituirá un movimiento misionero para la conversion de la cultura".
Este movimiento incluiría un "grupo de laicos muy activo y comprometido cuyas parroquias "entiendan la fe como una antorcha que debe brillar en todo".
Dijo que la Iglesia, para que sea auténtica, "solamente necesita volver a Jesús cada día".
"No es posible pensar en una reforma de la Iglesia sin un retorno a Jesús. La Iglesia tiene un sólo futuro y sólo puede considerarse a sí misma como grande cuando humildemente intenta seguir a Jesús".
"No hay duda de que los mensajes doctrinales son importantes, sin embargo, las personas se sentirán atraídas por la humanidad de los cristianos, los que viven por la fe, los que viven de una manera humana, que irradian la alegría de vivir, la consistencia de su comportamiento", añadió.
El Cardenal respaldó los "esfuerzos y sacrificios comunes" para ayudar a los marginados y promover la solidaridad. Estos esfuerzos pueden crear "políticas internacionales de solidaridad, democracia económica, aceptar una pobreza evangélica" que esté "inspirada en Cristo y sus bienaventuranzas".
"Si Jesús llama a los pobres 'benditos' es porque les está asegurando que su situación va a cambiar, y por lo tanto, es necesario crear un movimiento que pueda llevar a cabo tales cambios, devolverles la dignidad y la esperanza".
También dijo que la Iglesia debe responder a las "penúltimas" necesidades humanas como el hambre, vivienda, ropa, salud y educación con el fin de cuidar las "últimas" necesidades espirituales.
"No se puede desarrollar una cultura de la compasión, asumir el dolor de los demás ni implicarnos en la realidad del sufrimiento, si no actuamos por amor, como el Buen Samaritano", añadió.