El Obispo de Osma-Soria (España), Mons. Gerardo Melgar, escribió una carta pastoral con ocasión de la Fiesta de Todos los Santos y de los fieles difuntos, en la que animó a rezar por los familiares fallecidos que pueden estar necesitando una purificación "por los fallos cometidos mientras vivían".
En la carta, el Prelado advirtió la poca importancia que el hombre de hoy le da a la realidad trascendental. "El hombre actual está centrado en esta vida y en este mundo sin interesarse por lo que le espera después de la muerte", señaló.
La muerte es un tema que, según el Prelado, el hombre de hoy tiene miedo de afrontar a pesar de que "el devenir diario nos lo recuerda frecuentemente" con el fallecimiento de personas cercanas o la existencia de enfermedades mortales.
El Obispo de Osma-Soria dijo que es conveniente considerar durante el mes de noviembre tres verdades fundamentales. La primera se refiere a "la muerte de los buenos seguidores de Cristo", por quienes "celebramos en la Solemnidad de todos los santos, la fiesta de todos aquellos declarados como tales por la Iglesia y de muchos más que no han sido declarados oficialmente santos pero que viven ya junto a Dios y gozan de su eterna compañía".
Estas personas, indicó, son un ejemplo por su vida y testimonio y se les puede pedir su intercesión y "acogernos a su protección sabiendo que ellos constituyen un número incalculable de intercesores que ruegan por nosotros ante el trono de Dios".
El segundo tema que el Obispo de Osma-Soria propone para meditar durante el mes de noviembre es la festividad del Día de los Difuntos que "nos habla de todas esas personas que compartieron nuestra vida terrena y que ya no pueden hacerlo porque su vida aquí en la tierra se terminó; por ellos también hemos de darle gracias a Dios".
En ese sentido, alentó a orar por los seres queridos que "pueden estar necesitando purificación por los fallos cometidos mientras vivían como personas pobres y débiles que fueron". Mons. Melgar invitó a que junto a la tradicional visita al cementerio, se le dedique a los difuntos "la oración y sacrificios que será lo que realmente les ayudarán en esa purificación que necesitan".
Por último Mons. Melgar propuso reflexionar sobre "el hecho de que la muerte es una realidad de la que no podemos olvidarnos y a la que no debemos temer".
"No podemos olvidar que somos ciudadanos de otro mundo y peregrinos hacia la Vida; nuestro destino no es un destino fatal en el que todo acaba con la muerte sino la Vida sin fin en la que seremos absolutamente felices para siempre", afirmó el Obispo.
Finalmente, dijo que la vida después de la muerte no puede entristecernos ni paralizarnos, sino que debe hacer que "la vida aquí en la Tierra adquiera auténtico sentido sabiendo que la vida no termina sino que se transforma en otra mejor en la que ya no es posible ni el dolor ni el sufrimiento sino la felicidad para siempre".