El Presidente Internacional del Apostolado Mundial de Fátima, Prof. Américo López Ortiz, explicó el motivo que habría llevado al Papa Francisco a consagrar el mundo al Inmaculado Corazón de María, en repetición del gesto que el Beato Juan Pablo II tuvo en 1984.
El 13 de octubre el Papa Francisco renovó la consagración del mundo a la Virgen, aniversario de la sexta aparición de Fátima, en la Plaza de San Pedro del Vaticano ante la imagen original de Nuestra Señora de Fátima traída desde la Capilla de las Apariciones situada en Fátima, Portugal.
El experto explicó que esta nueva consagración del Papa Francisco no anula la que en su día hizo el Beato Juan Pablo II, sino que la renueva.
Para López, aunque esta consagración sea permanente, el mundo requería de su renovación porque según la humanidad "necesita recargar las baterías de la gracia y misericordia para enfrentar los tremendos retos de la historia".
En una entrevista concedida a ACI Prensa, el experto afirmó que con la consagración "se invoca al Espíritu Santo para que éste nos traiga un Nuevo Pentecostés Mariano, una nueva primavera para la Iglesia, donde la Iglesia descubra su verdadera vocación humilde y sencilla de atraer a los hombres y mujeres a Jesucristo, nuestro Salvador y Señor".
El Beato Juan Pablo II consagró por primera vez el mundo ante la Virgen de Fátima, el 25 de marzo de 1984. Con la nueva consagración, Francisco pidió al Señor la paz del mundo y la unidad de la Iglesia Universal, así como la conversión de los pecadores y el triunfo del bien sobre el mal.
López explica que el papel de la Virgen "es el de reflejar la luz del sol radiante que es su Hijo; es como la luna, que refleja la luz solar, no produce luz propia".
La Virgen "es el orgullo de nuestra raza humana, la llamada bienaventurada por todas las generaciones, la que guardaba todas esas cosas maravillosas de su Hijo Jesucristo en su Corazón. Es hija del Padre Eterno, madre del Hijo Redentor del mundo y esposa del Espíritu Santo. Nadie tiene esta relación particular con cada persona de la Santísima Trinidad", aseguró.
El experto hizo hincapié en el acto de "consagrar", que significa "entregar, ofrecer, encomendar".
"Es entregar a Dios de nuestra existencia, pasada, presente y futura, para que El disponga según sus designios amorosos y providentes. Es ponernos en las manos de Dios y abandonarnos a su amor providente".
"En tiempos de crisis, de grandes pruebas y peligros, la Iglesia recurre a través de su cabeza visible, el Vicario de Cristo en la tierra, el Papa, al remedio sugerido por la Virgen en Fátima para concientizar al mundo de la necesidad de conversión y penitencia, de la necesidad de un nuevo espíritu de renovación, de transformación de las estructuras corruptas y pecaminosas para crear una civilización de amor", añadió.
El Mensaje de Fátima "es como la medicina exacta que necesitamos"
El Mensaje de Fátima "es como la medicina exacta que necesitamos para superar los males de nuestro tiempo, para prevenir males aún mayores, para rescatar el Evangelio de Cristo y grabarlo en los corazones para nunca más perderlo. Por eso lo consideramos el instrumento ideal para la Nueva Evangelización", manifestó.
En sus apariciones, la Virgen en Fátima prometió la salvación de las almas, una nueva era de paz y de unidad y de fortaleza para la Iglesia Universal, a través de la comunión reparadora de los primeros sábados de mes por cinco meses consecutivos, la confesión mensual, la meditación del Santo Rosario por quince minutos haciéndole compañía con intención de desagraviar su Corazón Inmaculado.
Para López el triunfo de la Virgen María sobre el mal ya comenzó, pero es un proceso "difícil, gradual y trabajoso" que necesita de nuestra correspondencia con la gracia y misericordia de Dios.
El triunfo de la Virgen "puede crecer y extenderse, puede disminuirse y achicarse por el pecado; puede adelantarse o puede retrasarse, según el libre albedrío humano. Pero eso sí, llegará con fuerza y nuestro trabajo es que llegue pronto y que sea inmenso, gracias a la correspondencia de los hombres y mujeres de buena voluntad con la gracia del Cielo", concluyó López.