Sor Julia Castillo es la postuladora de la Causa de beatificación de las Siervas de María, cuatro mártires que murieron en Pozuelo de Alarcón, en el norte de Madrid, durante la persecución religiosa de los años 30 en España y que ahora fueron beatificadas el 13 de octubre en Tarragona.
Las cuatro nuevas mártires de esta Congregación son Madre Aurelia Arambarri, de 70 años; Sor Aurora López, que tenía 86 años; Sor Daría Andiarena, de 57 años; y Sor Agustina Peña, de 35 años.
"Madre Aurelia estaba afectada por una parálisis que le impedía moverse y Sor Aurora era muy mayor, por eso decidieron trasladarlas a Pozuelo de Alarcón, donde pensaban que era un lugar más tranquilo", explicó Sor Julia Castillo a ACI Prensa, "las hermanas Daría y Agustina eran más jóvenes, estaban encargadas de cuidar de las otras dos más ancianas".
Poco después de llegar a Pozuelo esta localidad se convirtió en línea de combate, pero la familia Llorente las acogió en su casa hasta que pudieran salir de Pozuelo de forma segura.
"En un momento dado, quieren evacuar todo Pozuelo porque literalmente llueven bombas. Pero antes de que pudieran escapar, a Sor Agustina la habían visto rezar un rosario y la separan de las otras. La acusan al comité, le hacen un juicio, ella reconoce que es religiosa y acto seguido la fusilan", indicó la postuladora.
Poco después Madre Aurelia, Sor Aurora y Sor Daría junto con algunos miembros de la familia Llorente intentan escapar de Pozuelo de Alarcón, pero un miliciano descubrió en un bolsillo de Madre Aurora un rosario.
"Sor Daría, que es la que queda para cuidarles dice: 'Efectivamente, somos religiosas, pero a esta familia no le hagan nada porque nos han acogido con permiso del comité del pueblo. Hagan de nosotras lo que quieran', y al amanecer del día siguiente las fusilan", contó Sor Julia.
La postuladora explicó que una de las cosas que más le ha impresionado de esta causa de beatificación es la entereza de la Madre Aurelia, quien "es un ejemplo de serenidad porque siendo paralítica oía la caída de las bombas y era imposible que escapara, pero es capaz de decir 'Dios sabe que estamos aquí, estamos en sus manos'".
Sor Julia también destacó el servicio de las hermanas más jóvenes a las más mayores, pues "fueron mártires de la caridad y del servicio antes que ser mártires de la fe. A Sor Daría y Sor Agustina no les importaba perder la vida con tal de servir a las otras hermanas".
La Sierva de María asegura que desde 1938 se ha recogido información sobre estas cuatro Hermanas, porque "en la Congregación siempre se ha mantenido esta fama de martirio".
La postuladora señaló además que muchas de las religiosas que coincidieron con estas cuatro mártires aseguraban que "si este proceso no se hubiera abierto por el martirio, se hubiera comenzado por virtudes".
"Eran personas físicamente muy frágiles, pero espiritualmente muy fuertes, porque se mantuvieron fieles", dijo y remarcó que el martirio "es un don de Dios que da la fuerza, pero que también el martirio se va labrando día a dia. Y estas cuatro hermanas eran muy recias, muy entregadas a los otros, muy fieles al compromiso que habían hecho como siervas de María".
Sor Julia explicó también que en su trabajo como postuladora ha recogido testimonios "de gente que podría ser de derechas y de izquierdas, pero todos nos han hablado con el mismo cariño de nuestras hermanas".
Y asegura que estas cuatro religiosas, junto con todos los mártires beatificados, enseñan a la sociedad a "servir a los demás aunque no te lo reconozca nadie, a dar tu vida por lo que profesas a decir: 'Estoy tan convencida que prefiero morir a volverme atrás'. También enseñan la confianza en Dios y la capacidad de perdonar".
Por eso, la beatificación del domingo fue para Sor Julia y su congregación "la mayor alegría que podemos tener. Porque para nosotras, como religiosas, la santidad y la prueba del martirio es el patrimonio más rico que tenemos, porque lo que más nos importa es la fidelidad a lo que profesamos y alcanzar la santidad, hasta el martirio si hace falta".