Al presidir la Misa de beatificación de los 522 mártires de Tarragona, asesinados durante la persecución religiosa en España durante la Guerra Civil, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato aseguró que "España es una tierra bendecida por la sangre de los mártires".
Ante las más de 25 mil personas que asistieron al evento, y con la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña, presidiendo el altar, el Cardenal Amato dijo que "si nos limitamos a los testigos heroicos de la fe, víctimas de la persecución religiosa de los años 30 del siglo pasado, la Iglesia en 14 distintas ceremonias ha beatificado a más de mil".
A la ceremonia de beatificación, presidida por el Cardenal Amato, asistieron 8 Cardenales, 80 Obispos españoles, 25 Obispos de otros países, 25 Superioras generales, 74 Superiores Mayores de Institutos de Vida Consagrada, además de 1386 sacerdotes, 2720 religiosos y 3947 familiares de los mártires.
El Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos precisó que los mártires de Tarragona "no fueron caídos de la Guerra Civil, sino víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia".
"Estos hermanos nuestros no eran combatientes, no tenían armas, no se encontraban en el frente, no apoyaban a ningún partido, no eran provocadores. Eran hombres y mujeres pacíficos. Fueron matados por odio a la fe, sólo porque eran católicos", remarcó.
El Cardenal Amato recordó "con gratitud" el sacrificio de los mártires, "que es la manifestación concreta de la civilización del amor predicada por Jesús".
Este testimonio solamente se puede explicar, indicó, porque ellos se habían "preparado espiritualmente para afrontar incluso la muerte por su vocación".
"Era una verdadera pedagogía martirial, que hizo a los jóvenes fuertes e incluso gozosos en su testimonio supremo", aseguró.
El fin de esta beatificación, subrayó la autoridad vaticana, no es buscar culpables del martirio de los ahora Beatos, sino honrar a quienes dieron testimonio de su fe con la propia vida.
"La Iglesia no quiere olvidar a estos hijos valientes. La Iglesia los honra con culto público para que su intercesión obtenga del Señor una lluvia beneficiosa de gracias espirituales y temporales en toda España. La Iglesia, casa del perdón, no busca culpables, quiere glorificar a estos testigos heroicos del Evangelio de la caridad porque merecen admiración e imitación", apuntó.
El Cardenal Amato pidió que "la celebración de hoy sea pues la fiesta de la reconciliación del perdón dado y recibido, el triunfo del Señor de la paz" y que sirva para "convertirnos a la paz, a la fraternidad, al respeto de la libertad del otro, a la serenidad de las relaciones humanas".
Al culminar sus palabras, el Cardenal aseguró que "perdón y conversión son los dones que los mártires nos hacen a todos. El perdón lleva la paz a los corazones, la conversión crea fraternidad con los demás" y por eso ha destacado que la paz y el perdón serán "el fruto precioso de esta celebración del Año de la Fe".