Sor Ángeles Infante es la postuladora de una de las causas de beatificación más numerosa, la de la Familia Vicenciana, que cuenta con 42 mártires que se beatificarán este domingo 13 de octubre en Tarragona.
Este grupo de mártires está formado por 28 Hijas de la Caridad, 11 Misioneros de la Congregación de la Misión, también conocidos como Padres Paúles, 3 Hermanos Coadjutores de la Congregación de la Misión y 1 laica, Dolores Brosseta Bonet, de la Congregación de las Hijas de María.
A pesar de que la recolección de testimonios sobre los mártires de esta congregación comenzó en 1941, Sor Ángeles se hizo cargo de ella en 1998 y ha estado en la recta final del largo trabajo de comprobar y ratificar que cada una de estas personas murieron por su fe y perdonando a quienes los mataron, hasta llegar a la beatificación.
Entre los mártires que se beatificarán de su congregación se encuentra Sor Rosario Ciéroles Gascón, que según cuenta Sor Ángeles a ACI prensa, "es quien enseñó a leer y preparó para la Primera Comunión a San Josemaría Escrivá de Balaguer, que fue alumno de nuestras escuelas en Barbastro, en donde estaba destinada Sor Rosario".
Pero sobre los testimonios de martirio, Sor Ángeles destaca algunos las historias de los Padres Paúles que vivían en Asturias, en el norte de España.
"Me impresiona especialmente el P. Pelayo a quien después de arrestarle, le castran y con una cuchilla de afeitar le van cortando trozos de carne de la espalda y los brazos y después se los cosían con una aguja gruesa, mientras que decían '¡qué carne tan blanca tiene el cura! Pero el P. Pelayo callaba y rezaba y les decía que les perdonaba. Así le atormentaron hasta que decidieron matarle y tiraron su cuerpo a un río cercano", cuenta la postuladora.
Sor Ángeles explica que "no son mártires de Guerra Civil, sino de la persecución religiosa. He encontrado en el archivo de la Comunidad Autónoma de Madrid el expediente de 'depuración religiosa' por la que las Hijas de la Caridad fueron expulsadas de los hospitales, de las casas de acogida en las que trabajaban. Y en el caso de los Misioneros murieron por ser sacerdotes, porque una de las consignas de esta persecución era que había que arrancar de raíz el nombre de Dios y despojar a la Iglesia de sus sacerdotes".
Sor Ángeles también cuenta cómo otro sacerdote, Misionero de la Congregación de la Misión se refugió en una casa, pero le seguían para apresarle.
Los perseguidores hicieron creer al sacerdote que iban a llevarle a Zaragoza, pero en un punto del camino se desviaron para darle una paliza, le cortaron la cabeza y tiraron su cuerpo por un barranco.
Sor Ángeles cuenta que todo esto se sabe porque quien mató a este sacerdote después lo contó a otros riéndose de lo que le había hecho y decía: "mientras le pegaba el cura callaba, y el cura decía que rezaba por mí y que me perdonaba. ¡Serán ilusos estos cristianos, estos curas! ¡Es puro fanatismo!".
Por eso la postuladora afirma que "esta beatificación es una llamada al respeto, a la tolerancia, al perdón y la reconciliación. Porque estos mártires no murieron por ideas políticas sino sólo por la fe y ellos perdonaron a los perseguidores y jamás ofendieron a nadie".
La Hija de la Caridad cuenta también cómo otros tres misioneros de la Congregación de la Misión fueron arrestados y llevados a la cárcel en Guadalajara.
"Una vez en la cárcel comienzan a predicar, animan a los católicos que están allí, porque saben que van a morir. Les dicen que acepten el martirio por Cristo, que confiesen su fe. Y por eso ellos que eran sacerdotes, se sientan a confesar mientras que esperaban el momento de su fusilamiento. Y así, confesando, es como entran a su martirio antes de ser fusilados", explica Sor Ángeles.
Sor Ángeles explica que se trata de una beatificación muy especial, no sólo por ser tan numerosa, sino por ser uno de los últimos eventos del Año de la Fe.
"La vida de estos mártires nos enseña que han hecho realidad la frase del Evangelio de 'Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos'. Y ellos la dieron por Jesús, se sacrifican por ése amor ms grande".
"Dar testimonio con valentía, con pasión, no avergonzarnos de ser cristianos, porque hay un complejo en la sociedad española y los católicos no se atreven a decir que lo son. Esto, precisamente es lo que nos enseñan estos mártires, a ser valientes".
También recuerda el caso de la Hermana Joaquina, que en el momento de ser fusilada, tiene miedo y arrebata el fusil a quien le iba a disparar.
"Él era un miliciano que había intentado violar a Sor Joaquina poco antes y por eso ella tiene mucho miedo. Hasta que sus hermanas de congregación, que también estaban allí, le dicen '¡Sor Joaquina, que así pierde la gracia del martirio. El cielo está abierto esperándonos!'. E inmediatamente se pone de rodillas, pide perdón al miliciano y le devuelve el fusil. Se vuelve al sacerdote que las acompañaba, que se llamaba José Ruiz y le pide la absolución por su cobardía. Juntos rezan el Padrenuestro, dicen: "¡Viva Cristo Rey!" y acto seguido la fusilan", explica emocionada Sor Ángela.
Y afirma que el hecho de que la Familia Vicenciana tenga 42 nuevos mártires es una gran responsabilidad "porque es una llamada fuerte a vivir las Bienaventuranzas, especialmente la última que dice 'Bienaventurados cuando por mi causa os persigan. Dichosos entonces, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo' y precisamente éso es lo que celebramos en esta beatificación".