El Obispo de Osma-Soria, (España), Mons. Gerardo Melgar, ha dedicado su carta pastoral a los cuatro mártires de su diócesis que serán beatificados en el grupo de 522 el próximo 13 de octubre en Tarragona.
La carta, titulada "Firmes y valientes testigos de la fe" explica que en esta celebración se muestra "el contraste" de la sociedad actual, dominada por el laicismo y el materialismo "en la que parece que nos hemos empeñado en que la fuerza del Evangelio pase desapercibida para el hombre actual, Dios nos regala la Beatificación de estos 522 mártires del S. XX que, en medio de un ambiente totalmente adverso, fueron capaces de entregar su vida por amor a Jesucristo".
El Obispo de Osma-Soria recuerda las palabras de Benedicto XVI cuando explica que "los mártires son ejemplos señeros de santidad, es decir, de la unión con Cristo por la fe y el amor a la que estamos llamados todos".
Mons. Gerardo Melgar cita al beato Juan Pablo II explicando que "al terminar el segundo milenio, la Iglesia ha vuelto a ser Iglesia de mártires".
"Los mártires han dado con la entrega de su vida el supremo testimonio de fe y de amor delante de todos, especialmente de sus perseguidores, asemejándose a Cristo que aceptó libremente la muerte para la salvación del mundo; ellos son verdaderos y modélicos confesores de la fe que estimulan nuestra vida cristiana y nos mueven a vivirla con toda la autenticidad siendo nosotros, a la vez, testigos para otros de valoración, aprecio y vivencia de nuestra fe".
Además el Obispo explica que los mártires, antes de afrontar el martirio eran personas de profunda fe, "por eso hicieron mientras estaban presos cuanto su imaginación les permitía para participar en la Eucaristía, comulgar y rezar el Rosario, aun cuando el hacerlo supusiera un gravísimo peligro para ellos; admirablemente, a pesar de la fragilidad humana, mostraron una gran firmeza en la fe".
"Tuvieron muy claro que debían obedecer los imperativos de la fe antes que las llamadas del mundo y de sus verdugos. Nuestros mártires no se dejaron intimidar por coacción ninguna, ni moral ni física; fueron fuertes cuando eran vejados, maltratados y torturados, conociendo y viviendo desde su fe la realidad de que no estaban solos sino que el Señor estaba con ellos y que el Espíritu hablaba por ellos, especialmente en los momentos de mayor dificultad para confesar a Jesús ante sus perseguidores aunque les sometieran a toda clase de tormentos", afirma el Obispo.
Mons. Melgar recuerda también que "murieron perdonando a sus enemigos y perseguidores" y por eso afirma que los mártires son "modelos de una fe que proclamaron con sus labios y ratificaron con su propia sangre".
Por "la fe que nosotros proclamamos, ellos murieron convirtiéndose en un ejemplo de fidelidad y fortaleza. La verdad del Evangelio les había transformado de tal forma que fueron capaces de morir perdonando a sus perseguidores".