"Observando la realidad actual, me pregunto si hemos entendido la lección de la Pacem in Terris. Me pregunto si las palabras justicia y solidaridad están solo en el diccionario o todos nos esforzamos para que sean una realidad", dijo el Papa Francisco hoy al recibir a los participantes del encuentro del Pontificio Consejo Justicia y Paz para conmemorar el 50 aniversario de la citada encíclica del Papa Juan XXIII que será canonizado junto a Juan Pablo II el 27 de abril de 2014.
La Pacem in Terris (Paz en la tierra), como ha recordado el Santo Padre, se escribió en el período más crítico de la guerra fría, cuando la humanidad temía encontrarse al borde un conflicto mundial por el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Con ella Juan XXIII lanzaba un dramático llamado por la paz a los responsables del poder.
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"Era un grito a los hombres, pero también una súplica al cielo. El diálogo que, entonces, se abrió con dificultad entre los grandes bloques contrapuestos llevó, durante el pontificado de otro beato, Juan Pablo II, a la superación de aquella fase y a la apertura de espacios de libertad y diálogo. Las semillas de paz sembradas por el beato Juan XXIII han dado fruto y, no obstante, hayan caído muros y barreras, el mundo sigue necesitando paz y el llamamiento de la Pacem in Terris sigue siendo actual".
La encíclica de Juan XXIII afirma que el fundamento de la construcción de la paz consiste "en el origen divino del ser humano, de la sociedad y de la autoridad, por lo cual las personas, las familias, los grupos sociales y los Estados deben establecer relaciones de justicia y solidaridad. La tarea de todos los seres humanos es, por tanto, construir la paz, con el ejemplo de Jesucristo, siguiendo estos dos caminos: promover y practicar la justicia... y contribuir.... al desarrollo humano integral según la lógica de la solidaridad".
La consecuencia de recordar el origen divino de la persona, de la sociedad y de la misma autoridad no es otra que "el valor de la persona, la dignidad de cada ser humano que hay que promover y tutelar siempre. Y, como afirma el beato Juan XXIII, no hay que garantizar solamente los principales derechos civiles y políticos;también hay que ofrecer a cada uno la posibilidad de acceder a los medios esenciales de subsistencia: los alimentos, el agua, la vivienda, la atención sanitaria, la instrucción y la posibilidad de formar y sostener una familia".
"Estos son los objetivos que tienen una prioridad inderogable en la actividad nacional e internacional y son el parámetro de su bien hacer. De ellos depende una paz duradera para todos".
Ciertamente, dijo el Santo Padre, "la encíclica habla de objetivos y elementos que forman parte desde hace tiempo de nuestro modo de pensar, pero habría que preguntarse: ¿Forman también parte de la realidad? ¿Cincuenta años después, se reflejan realmente en el desarrollo de nuestras sociedades?".
"La Pacem in Terris no pretendía afirmar que fuera tarea de la Iglesia dar indicaciones concretas sobre temas que, en su complejidad, deben dejarse al libre debate. En materia política, económica y social no es el dogma el que tiene que indicar las soluciones prácticas, sino más bien, el diálogo, la escucha, la paciencia, el respeto de la otra persona, la sinceridad y también la disponibilidad a replantearse la opinión propia. En el fondo, el llamamiento a la paz de Juan XXIII en 1962, apuntaba a orientar el debate internacional según estas virtudes".
El Papa explicó luego que "la crisis económica mundial, que es un síntoma grave de la falta de respeto por el ser humano y por la verdad con la que se han tomado decisiones por parte de los gobiernos y de los ciudadanos, es una prueba clara".
"La Pacem in Terris traza una línea que parte de la paz que debe asentarse en el corazón de los seres humanos hasta un replanteamiento de nuestro modelo de desarrollo y de acción en todos los ámbitos, para que el nuestro sea un mundo de paz" . "Me pregunto -ha finalizado Francisco- si estamos dispuestos a recoger la invitación".