El pasado 24 de septiembre, el Ministerio del Interior de España otorgó a la Orden de la Merced la medalla de oro al Mérito Social en reconocimiento por su compromiso en la labor pastoral en las cárceles españolas.
Se trata de un reconocimiento que el Ministerio del Interior otorga por "la realización de servicios de extraordinaria relevancia, creación de entidades colaboradoras en la reinserción y resocialización de los reclusos o por el extraordinario apoyo prestado a la Administración penitenciaria, así como por su contribución extraordinaria a la mejora de la actividad penitenciaria en cualquiera de sus manifestaciones".
Una medalla que el pasado 24 de septiembre, día de la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona, de Jerez de la Frontera y de las cárceles españolas, el Ministro del Interior, Jorge Fernández, otorgó a la Orden mercedaria.
Según informa la agencia SIC, el ministro, acompañado de todo su equipo, asistió a una Misa por los presos y manifestó al superior y párroco de la comunidad, el Padre Alejandro Fernández Barrajón, que deseaba recuperar esta tradición que se había perdido en los últimos años.
Una vez en el Ministerio de Sanidad, la comunidad mercedaria recibió de manos del ministro la medalla de oro y el diploma que lo acredita. El ministro destacó en su discurso, el compromiso que la Orden de la Merced ha mantenido siempre con los cautivos y con las nuevas formas de cautividad que existen en la actualidad.
Además, el ministro Fernández Díaz destacó que la tarea que desempeña la Orden de la Merced, desde su fundación hace casi 800 años, "siempre están presentes la eficacia, el servicio público, la eficiencia, la humanidad, y el sentido de la solidaridad como características esenciales, y también el mandato que la Constitución os encomienda de rehabilitación y reinserción social del penado para que éste tenga un retorno a la sociedad con voluntad y capacidad de respetar las leyes".
San Pedro Nolasco fundó en Barcelona, en el año 1218, la Orden de la Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos.
El Papa Gregorio IX reconoció definitivamente esta nueva orden en 1235, que sigue la regla de San Agustín y que durante la historia de la Orden ha ido redefiniendo su misión de acuerdo con las necesidades de la Iglesia y el mundo adoptando distintos ministerios caritativos y apostólicos, que realiza todavía hoy.