Delincuentes ingresaron en la madrugada del miércoles a la capilla Espíritu Santo, del departamento misionero de Oberá, y sustrajeron el mobiliario y varios elementos religiosos, luego de producir destrozos en su interior.
Los malvivientes ingresaron por una puerta trasera y contaron con un vehículo de apoyo para trasladar los elementos robados. Si bien la Policía no tiene pistas firmes sobre los autores del hecho, no descartaron que el episodio tenga "alguna connotación de fanatismo religioso", según señaló el presbítero Jorge Noguera, quien incluso mencionó que algunos vecinos tendrían temor de contar lo que saben.
"Vivimos en una ciudad donde existen varios cultos –adujo-. Hay gente que practica magia, hechicería, macumba y muchos creen que por tener objetos religiosos de otras iglesias pueden llegar a tener más poderes. No podemos juzgar a nadie, pero tampoco podemos descartar nada", subrayó el sacerdote.
La capilla Espíritu Santo está ubicada en el kilómetro 15 de la ruta nacional 14 y pertenece a la jurisdicción de la parroquia Santa Rita. Se trata de una comunidad rural y humilde, que realizó un gran esfuerzo para contar con un predio en buenas condiciones para la misa y diferentes celebraciones religiosas, consignó la prensa local.
Según el padre Noguera, por la forma de actuar, los responsables del hecho conocen el lugar. En tanto, especuló que el robo de la iconografía religiosa podría estar relacionado con el fanatismo religioso o algún tipo de rito.
El hecho ocurrió en la madrugada de ayer y fue alertado a la mañana por el cuidador. Los delincuentes sustrajeron los cuadros del Vía Crucis, imágenes de la Virgen María y de San José; una cruz de madera antigua, que perteneció a la primera capilla; diez ventanas de aluminio, floreros, jarrones, manteles y sillas. También efectuaron destrozos.
"Hicieron mucho daño, actuaron con mucha bronca y maldad. Es un atentado contra la religión y la fe de la gente. Y uno, después de hablar con los vecinos, se da cuenta de que las personas tienen miedo de hablar", lamentó.
Si bien la capilla está ubicada sobre la ruta y a escasos metros de la Escuela 217, es una zona descampada, no hay vecinos cerca y el cuidador no reside en el predio, por lo que los malvivientes actuaron sin apuro. Sólo quedaron los marcos de las ventanas, que están amurados.
Afligido por el hecho, el sacerdote comentó el esfuerzo que había hecho la comunidad para embellecer el templo. "Las cosas materiales se vuelven a conseguir, pero duele la maldad. Es una situación que nos hace pensar cómo estamos como sociedad y hacia dónde vamos", declaró.