En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco señaló que la Iglesia es una Madre, viuda y valiente, que defiende a sus hijos y que les habla con el "dialecto" de la verdadera ortodoxia, del Catecismo para que ellos puedan luchar contra el mal y para ella llevar a los suyos a la vida eterna con el Esposo que es Jesús.
El Santo Padre reflexionó sobre el encuentro de Jesús y la mujer viuda de Naim en el Evangelio de hoy. El Señor, dijo el Papa, se conmueve con esta madre que ahora ha perdido al hijo. Con este pasaje "pienso también que esta viuda es un ícono de la Iglesia, porque también la Iglesia es en cierto sentido viuda. Su Esposo se ha marchado y Ella camina en la historia, esperando encontrarlo, encontrarse con Él. y Ella será la esposa definitiva. Pero mientras tanto Ella - la Iglesia - ¡está sola! El Señor no es visible. Tiene una cierta dimensión de viudez".
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Esto, dijo el Pontífice, "me hace pensar a la viudez de la Iglesia. Esta Iglesia valiente, que defiende a los hijos, como aquella viuda que iba al juez corrupto para defender, defender y al final ha vencido. ¡Nuestra madre Iglesia es valiente! Tiene aquel valor de una mujer que sabe que sus hijos son suyos y debe defenderlos y llevarlos al encuentro con su Esposo".
El Papa se detuvo en algunas figuras de viudas en la Biblia, en particular en la valiente viuda macabea con siete hijos que son martirizados por no renegar a Dios. La Biblia, subrayó el Santo Padre, dice de esta mujer que hablaba a los hijos "en dialecto, en la primera lengua".
Francisco dijo que la Iglesia "nos habla en dialecto, en aquella lengua de la verdadera ortodoxia que todos nosotros entendemos, aquella lengua del catecismo" que "precisamente nos da la fuerza para ir adelante en la lucha contra el mal".
"Me dan ganas de pedir al Señor la gracia de confiarnos siempre en esta 'mamá' que nos defiende, nos enseña, nos hace crecer y nos habla en el dialecto", añadió el Papa.
El Papa explicó que la Iglesia "cuando es fiel sabe llorar. Cuando la Iglesia no llora, algo no va bien. Llora por sus hijos ¡y reza! Una Iglesia que va adelante y hace crecer a sus hijos, les da fuerza y los acompaña hasta la última despedida para dejarlos en las manos de su Esposo que al final también Ella encontrará. ¡Esta es nuestra madre Iglesia!"
"Yo la veo en esta viuda, que llora. Y ¿qué cosa dice el Señor a la Iglesia? 'No llores. Estoy contigo, te espero, te espero allá, en las bodas, las últimas bodas, aquellas del cordero. ¡Detente, este tu hijo que estaba muerto, ahora vive!'".
Y esto, prosiguió, "es el diálogo del Señor con la Iglesia". Ella "defiende a los hijos, pero cuando ve que los hijos están muertos, llora y el Señor le dice: 'Estoy contigo y tu hijo está conmigo'".
Como dijo al muchacho en Naim de levantarse de su lecho de muerte, tantas veces Jesús pide levantarse "cuando estamos muertos por el pecado y vamos a pedir perdón". Y ¿qué cosa hace entonces Jesús "cuando nos perdona, cuando no devuelve la vida?": nos restituye a la Madre Iglesia.
"Nuestra reconciliación con el Señor no termina en el diálogo 'Yo, tú y el cura que me da el perdón"; termina cuando Él nos restituye a nuestra madre. Allí termina la reconciliación, porque no hay camino de vida, no hay perdón, no hay reconciliación fuera de la madre Iglesia. Y así, viendo a esta viuda, me vienen todas estas cosas, un poco en desorden… Pero veo en esta viuda el ícono de la viudez de la Iglesia que está en camino para encontrar a su Esposo".