El Cura Brochero, que será beatificado este sábado 14 de setiembre en Córdoba, Argentina, su ciudad natal, "supo encarnar perfectamente el Evangelio y hablaba al común de la gente", resaltó la doctora argentina en ciencias económicas, Ana Falco, quien ha seguido muy de cerca su proceso de beatificación.
Falco, en una entrevista concedida al programa, Más que Noticias, de Radio Católica Mundial, habló de las virtudes del cura gaucho, José Gabriel del Rosario Brochero, quien amaba los ejercicios espirituales Ignacianos y que los organizaba para que las personas, incluyendo a los criminales de los pueblos más alejados, donde llegaba en mula cruzando montañas de dos mil metros de altura, puedan tener a través del silencio una experiencia personal con Dios.
"El movilizaba a la gente en caminatas (a mula) hacia la ciudad de Córdoba, era entre tres a cuatro días por unos 200 kilómetros de viaje, y tenía 8 días a todos los paisanos en silencio, y como él sabía que el encuentro (con el Señor) era seguro, porque Cristo después de su sacrificio (la caminata) les tenía que hablar a cada uno" de ellos, relató Falco.
Subrayó además el gran celo apostólico del Cura Brochero que a mula recorría cientos de kilómetros. Tocaba la puerta de cada familia y los invitaba por su nombre y apellido a participar en un ejercicio espiritual.
Pero no quedaba ahí "fue por más y más. Buscó a todos los mafiosos, los que cometen crímenes en los campos, los que saqueaban. Se preocupó que la palabra llegara a esa gente, y tenía un gran poder de convicción les hablaba en el lenguaje y la terminología de ellos, los desafiaba, pedía que le regalen sólo unos días" para que participen del retiro, señaló Falco.
Este encuentro con los criminales, lo hacía con la misericordia de Dios pero con la firmeza de un hombre que quiere el bien de su alma.
En muchos casos pasaba como un año para que ellos accedieran a realizar los ejercicios y lograba que hicieran el recorrido a Córdoba en sus mulas.
"Hay muchos testimonios de personas que cambiaron de vida luego del retiro, que a pesar del silencio después del quinto o sexto día, al mafioso también (Cristo) le habla. Hay testimonios hermosísimos y riquísimos", puntualizó.
El Cura Brochero era "un hombre alegre, de profunda fe, una fe en Cristo en la Cruz y en Cristo resucitado (…). Permanentemente vivió con callos de esta actividad pastoral, pero esa alegría que tenía por la cruz, ese amor profundo que tenía por el ministerio lo había descubierto gracias a los ejercicios ignacianos", señaló.
Dijo que algunos pensaban que era un sacerdote "muy poco preparado" porque usaba un "lenguaje burdo, tosco, criollo, inocente, pobre en expresiones". El cura gaucho era teólogo y daba clases en la facultad y en el noviciado de Córdoba "pero andando en su vida tuvo la humildad de los grandes", hablaba en la "terminología de la caridad plena para que el otro pueda recibir ese mensaje teológico" y entenderlo.
Vivía enamorado de los ejercicios espirituales por la experiencia de estar junto a Cristo "en la soledad y en el silencio y que le podía hablar todos los días".
En el programa se reflexionó que el próximo Beato para la Iglesia, es un cura de frontera que está buscando a los que están lejos del Señor, a veces por falta de cuidado pastoral y es un gran ejemplo para todos aquellos que quieren responder al llamado del Papa a salir a la periferia a anunciar el Evangelio.
Se dijo además que era admirable la fuerza del Cura Brocero, que no se doblegaba ante ningún obstáculo de la naturaleza, ni las grandes montañas, para llegar a los pueblos apartados, porque estaba convencido que Dios era para ellos también.
Uno de los conductores del programa finalizó "No basta con querer ser santo hay que entrenarse para ser santo", y subrayaron que el celo apostólico del Cura gaucho es modelo para todos a vivir el Evangelio.