En una visita de carácter privado el Papa Francisco almorzó ayer junto a 400 refugiados, en el Centro Astalli del Servicio Jesuita para Refugiados de Roma situado en el corazón de la ciudad.
El Santo Padre llegó a las 3.30 p.m. al Centro Astalli, en el mismo horario donde cada día cientos de personas en busca de asilo político y refugiados, esperan recibir un plato de comida caliente.
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El Pontífice saludó y habló con algunos de ellos y después se dirigió a la Iglesia de Jesús, a escasos pasos del Centro Astalli, para visitar la tumba de sacerdote jesuita Pedro Arrupe, fundador del Servicio Jesuita para Refugiados.
El Papa Francisco fue recibido en la iglesia por algunos de los refugiados que viven actualmente en los cuatro centros de acogida de los jesuitas, donde estudian italiano y se benefician de un asesoramiento socio-legal y médico sostenido por una red de voluntariado.
Lo que diferencia al Centro Astalli de otras casas de acogida en Roma es la seguridad que ofrece a los refugiados de no ser identificados. De esta manera, las personas en dificultad pueden pedir ayuda sin temor a ser deportados, ya que los jesuitas tienen un acuerdo con la ciudad de Roma para asegurar su anonimato.
La mayoría de los inmigrantes que llegan allí son refugiados que huyeron de Oriente Medio y África en busca de un futuro mejor. Los refugiados generalmente son musulmanes que llegan a Europa en lamentable estado físico y mental, un fenómeno que crece con el transcurso de los años.
La asociación Astalli nació en el año 1981 y sus estructuras brindan a los refugiados diversos servicios de acogida, integración laboral, social y cultural.
En el último año el Centro Astalli asistió a 21. 000 personas, mientras que 13.300 fueron asistidas en otros centros similares en Italia.