El experto en Mariología y Doctor en Sagrada Teología de la Universidad de Navarra, el sacerdote Juan Luis Bastero de Elizalde, explicó que la Asunción de la Virgen "no es una metáfora sino una realidad humana", respondiendo así al jesuita Juan Masiá que negó hace unos días este dogma de fe de la Iglesia Católica.
El pasado 14 de agosto, Masiá escribió un artículo en el que negaba la Asunción de la Virgen. En él decía que "María murió y la enterraron" y que el 15 de agosto se "conmemora la muerte como absorción por la Vida, la muerte de María como Asunción". Definió además el dogma de la Asunción como meras "metáforas de esperanza, expresiones simbólicas".
El jesuita también ha negado anteriormente el dogma de la virginidad de la Virgen María, ha expresado su apoyo al aborto de bebés anencefálicos, la píldora abortiva del día siguiente y el uso de anticonceptivos.
El Padre Bastero de Elizalde, también profesor ordinario de Teología Dogmática de la Universidad de Navarra e investigador en Patrología, explicó a ACI Prensa que la Asunción "no es una metáfora, se puede decir que es una realidad histórica -que, a la vez, está más allá de la historia-: María fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial. Es algo que sucedió realmente".
Sobre definición ofrecida por Masiá de la Asunción como "conmemoración de la muerte que absorción por la vida", el experto señala que "la definición correcta y precisa del dogma de la Asunción fue dada por el Papa Pío XII en la bula definitoria Munificentissimus Deus: 'Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial'".
Por tanto, recuerda, "lo que el Papa expuso, es un suceso real, un hecho concreto, sucedido a una persona excepcional: la Madre de Dios. El equiparar la Asunción de María a 'la conmemoración de la muerte como absorción por la vida', no concuerda con lo definido por el Papa".
El también especialista en la doctrina de San Ambrosio, Cristología y concilios cristológicos, afirma que "si leemos el texto de los Hechos de los Apóstoles sobre la Ascensión del Señor, allí con palabras sencillas se muestra el tránsito de Jesús Resucitado al Cielo. En este texto se dice que el Señor 'subió a los cielos' porque en el pensamiento judeocristiano no cabía hablar de 'un estado', si no se le situaba en 'un lugar'. Como Jesús iba a la gloria debía subir a los Cielos".
"En la declaración del dogma de la Asunción, el Papa Pío XII, conscientemente utiliza la expresión 'cumplido el curso de su vida terrena' en la que, de forma voluntaria, deja indeterminado el hecho de la muerte o no de María. Es un problema abierto en la teología si María murió o no murió, aunque la mayoría de los mariólogos actuales sostienen la muerte de María", explicó el sacerdote a ACI Prensa.
Sobre la "dormición" de la Virgen María, el doctor en Teología afirma que ese término "significa dormirse, en la literatura patrística no es equivalente a que 'no se muere'".
El sacerdote precisó que "era la manera que tenían los Padres para indicar la diferencia entre la muerte de un cristiano sobre los paganos. Para un pagano el hombre moría del todo y se les enterraba en la 'necrópolis' (ciudad de los muertos). Para los cristianos, que creían en la vida eterna, la muerte era la separación del cuerpo y del alma".
"Sabían que el cuerpo se corrompía, pero el alma pervivía y al final del mundo se uniría a su cuerpo. Por ello el cuerpo 'dormía' esperando su unión con el alma. De hecho, sus enterramientos se denominaban y se denominan 'cementerios', palabra que procede del término griego koimezo, que significa dormir; de ahí el uso del término de 'dormición' para indicar la muerte cristiana", explica Bastero de Elizalde.
El experto asegura que la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al Cielo enseña a los cristianos que "el itinerario de María, que culmina en su Asunción, ha de ser también nuestro camino. María nos muestra que esa senda es hacedera, que es segura".
"La Asunción de María –concluye– es el modelo ejemplar de la glorificación futura –en alma y cuerpo- de los miembros del Cuerpo de Cristo. Es decir, en la Asunción de María se ha realizado ya lo que constituye el objeto final de la esperanza cristiana".