El Papa Francisco envió una carta al Obispo de Concepción, en la provincia argentina de Tucumán, Monseñor José María Rossi, por las bodas de oro que acaba de cumplir esta jurisdicción eclesiástica. En la misiva, se refirió a tres "palabras": caminar, dejarse discipular y anunciar. También les pidió: "Sean inquietos porque el amor que Jesús nos da vale la pena".
Este es el texto completo de la carta:
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"En estos días la diócesis de la Santísima Concepción celebrará su 50º aniversario. Quiero, en esta ocasión, estar muy cercano a Ustedes. No puedo olvidar los días pasados allí durante los Ejercicios del Clero. Recuerdo los rostros de los curas y rezo por ellos.
Ahora extiendo más mi mirada y ensancho el corazón hacia cada uno de los fieles y me uno a la celebración y a la alegría de todos ustedes. En estos cincuenta años han hecho camino y un camino de discípulos de Jesús y anunciadores del Evangelio: discípulos y misioneros, para que todos los diocesanos tengan vida en abundancia.
Caminar, dejarse discipular y anunciar. Tres palabras. 'Caminar': Ustedes saben que le tengo miedo a los cristianos quietos. Terminan como el agua estancada. 'Dejarse discipular': también me dan miedo lo que se creen que 'se las saben todas', los suficientes. Sin darse cuenta van cerrando su corazón al Señor; terminan centrados en sí mismos. Son los cristianos a quienes podríamos llamar 'cristianos yo me miconmigo para mi'.
Cuando uno se encuentra con Jesús vive el estupor maravilloso de ese encuentro y siente la necesidad de buscarlo a Él en la oración, en la lectura de los Evangelios. Siente la necesidad de adorarlo, de conocerlo... y siente la necesidad de anunciarlo.
Y esta es la tercera palabra: 'anunciar', es decir ser misioneros, llevar el nombre, la enseñanza, los gestos de Jesús a los hermanos. El cristiano camina, se hace discípulo y anuncia. No está quieto, sale de sí mismo: sale de sí mismo para anunciar la Buena Nueva de Jesús a los hermanos.
Queridos hermanos de la diócesis de Concepción: que el gran festejo de los 50 años sea duradero en la vida de Ustedes. Que, como nuestra Madre, salgan de sí mismos tanto para adorar como para anunciar. Sean inquietos porque el amor que Jesús nos da vale la pena. Les deseo un feliz cincuentenario y, por favor, les pido que recen por mi. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Afectuosamente, Francisco".