Al recibir en audiencia esta mañana a los jugadores de las selecciones de fútbol de Argentina e Italia, que jugarán un partido amistoso en homenaje al Papa Francisco, el Santo Padre les pidió que "recen por mí, para que también yo, en el 'campo' en que Dios me ha puesto, pueda jugar un partido honrado y valeroso por el bien de todos nosotros".
El Santo Padre también les aseguró a los futbolistas que "rezo por ustedes, para que puedan llevar adelante esta vocación tan noble del deporte. Pido al Señor que los bendiga y a la Virgen Madre que los custodie".
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En su discurso, iniciado en italiano, Francisco reconoció que "será un poco difícil para mí ser hincha, aficionarme a uno u a otro, pero por suerte se trata de un amistoso... ¡y espero que, verdaderamente, así sea!".
El Papa les señaló a los jugadores que "son muy populares: la gente los sigue mucho, no sólo cuando están en el campo, sino también fuera", subrayando que "¡esta es una responsabilidad social!".
"En el juego, cuando están en la cancha, se encuentran la belleza, la gratuidad y la camaradería. Si a un partido le falta esto pierde fuerza, incluso si el equipo gana. No hay lugar para el individualismo, sino que todo es coordinación para el equipo".
El Santo Padre subrayó que "belleza, gratuidad y camaradería se encuentran resumidas en un término deportivo que jamás se debe abandonar: 'aficionado', amateur".
"Un deportista, aun siendo profesional, cuando cultiva esta dimensión de 'aficionado', hace bien a la sociedad, construye el bien común a partir de los valores de la gratuidad, de la camaradería y de la belleza".
"Antes de ser campeones, son hombres, personas humanas, con sus cualidades y con sus defectos, con su corazón y con sus ideas, sus aspiraciones y sus problemas. Y entonces, incluso si son personajes, permanecen siempre hombres, en el deporte y en la vida. Hombres, portadores de humanidad".
El Papa dirigió a los dirigentes deportivos "un aliciente para su trabajo", señalándoles que "el deporte es importante, ¡pero debe ser verdadero deporte! El fútbol, como algunas otras disciplinas, ¡se ha convertido en un gran negocio! Trabajen para que no pierda su carácter deportivo".
"También ustedes promuevan esta actitud de 'aficionados' que, por otra parte, elimina definitivamente el peligro de la discriminación. Cuando los equipos van por este camino, el estadio se enriquece humanamente, desaparece la violencia y vuelven a verse familias en las gradas".
Luego el Papa recordó, con palabras en español, su infancia en Argentina, señalando que "de chicos íbamos en familia al Gasómetro (el primer estadio del Club San Lorenzo de Almagro), volvíamos felices a casa, ¡sobre todo durante la campaña del 46! (en la que San Lorenzo obtuvo su tercer título)".
"A ver si alguno de ustedes se anima a hacer un gol como el de Pontoni, allí, ¿no?", bromeó, en referencia a un histórico gol del argentino René Pontoni, jugador de San Lorenzo, durante la temporada de 1946.
El Santo Padre pidió a los deportistas y directivos presentes que "vivan el deporte como un don de Dios, una oportunidad para hacer fructificar sus talentos, pero también una responsabilidad".
"Queridos jugadores, quisiera recordarles especialmente, que con su modo de comportarse, tanto en el campo como fuera de él, en la vida, son un referente. Aunque no se den cuenta, para tantas personas que les miran con admiración son un modelo, para bien o para mal. Sean por tanto conscientes de esto y den ejemplo de lealtad, respeto y altruismo".
"Ustedes –dijo Francisco a los futbolistas– también son artífices del entendimiento y de la paz social. Ustedes son referencia para tantos jóvenes y modelo de valores encarnados en la vida. Tengo confianza en todo el bien que podrán hacer entre la muchachada".
Nota de redacción: El diario deportivo Marca relata hoy el gol de Pontoni, referido por el Papa, así: (Francisco) De La Mata centró al área en busca del 'Maestro' René Pontoni, quien recibió en el área de espaldas y encimado por los rivales Yebra y Palma. Pontoni controló con el pecho y sostuvo el balón con su empeine derecho durante un tiempo que pareció eterno, en una suerte de malabarismo, sin dejar caer la pelota.
Tras amagar con irse por la derecha y zafarse del otro defensor con una rápida media vuelta, se marchó entre ambos rivales y chutó cruzado de volea para batir a Ricardo, meta de Racing. Según la historia, tal fue el asombro general que el público tardó varios segundos en celebrar el gol.