Cinco jóvenes de todo el mundo. uno de cada continente, saludaron personalmente al Papa Francisco durante la fiesta de acogida de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se está realizando en la playa de Copacabana en Río de Janeiro.
La primera joven, representante de Europa, le dio la bienvenida al Santo Padre y resaltó el testimonio de tantos hermanos y hermanas "que a lo largo de los siglos han vivido y viven testimoniando el Evangelio en nuestras tierras".
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El segundo joven, de Asia, dijo luego a Francisco que "seguimos la vida de todos los que, en nuestro continente, viven y trasmiten el Evangelio en el diálogo con las tradiciones milenarias". El Papa saludó al muchacho y en inglés lo animó a que rece por él.
El tercer joven le dijo al Santo Padre: "en nombre de todos los jóvenes de África, acogemos el vibrante corazón de misionero, que clama por vida en medio de innumerables dificultades".
El representante de Oceanía dijo a su turno: "venimos de lejos porque sabemos que, para los discípulos de Jesucristo no hay distancias que nos impidan vivir y anunciar la fraternidad. En este mundo, todos somos hermanos y hermanas".
Por último el Papa Francisco recibió el saludo de una brasileña profundamente emocionada, quien dijo al Santo Padre en representación de los americanos, especialmente los de este país que "queremos ofrecerle este presente. Él expresa nuestro cariño, nuestra unión y nuestras oraciones".
La brasileña obsequió a Francisco un pequeño arbolito de Pau Brasil, que le da el nombre al país y durante varios momentos tuvo que hacer varias pausas para poder seguir hablando, ya que estaba muy emocionada.
El Pontífice se dio un pequeño momento para conversar con cada uno de los jóvenes, para abrazarlos, besarlos y bendecirlos, y para pedirles como suele hacer que recen por él.