El Papa Francisco recibió esta mañana en el Vaticano al líder máximo de la iglesia Anglicana, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, con las mismas palabras con que Pablo VI acogió a su antecesor, Michael Ramsey, durante su histórica visita al Vaticano en 1966: "sus pasos no resuenan en una casa extranjera ... Nos alegramos de abrirle las puertas y con ellas, el corazón... y de acogerle no como huésped o forastero, sino como conciudadano de los santos y de la familia de Dios".
El Papa subrayó que el encuentro de hoy es una ocasión para recordar que el compromiso de la unidad entre los cristianos "no se deriva de razones de orden práctico sino de la voluntad misma del Señor Jesucristo que nos ha hecho hermanos suyos e hijos de un único Padre. De ahí que la oración que rezamos juntos sea de importancia fundamental".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
La oración acentuará el compromiso hacia la unidad que se expresará en la colaboración en diversos ámbitos de la vida diaria como "el testimonio de la referencia a Dios y a la promoción de los valores cristianos ante una sociedad que parece poner en tela de juicio algunas de las bases de la convivencia, como el respeto por la sacralidad de la vida humana o la solidez del instituto de la familia fundada en el matrimonio".
Y también el compromiso "por una mayor justicia social, por un sistema económico que se ponga al servicio del ser humano y en ventaja del bien común...el dar voz al grito de los pobres para que no sean abandonados a la ley de una economía que parece a veces considerar al ser humano sólo como un consumidor".
También recordó que en la ceremonia de toma de posesión en la catedral de Canterbury, el arzobispo rezó por el nuevo Obispo de Roma, un gesto que el Papa le ha agradecido profundamente: "pienso que habiendo iniciado nuestros respectivos ministerios a pocos días de distancia uno de otro, tendremos siempre un motivo particular para ayudarnos mutuamente rezando".
"La historia de las relaciones entre la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia de Roma -dijo el Papa- es larga y compleja y no está exenta de momentos dolorosos. Sin embargo, las últimas décadas se han caracterizado por un camino de acercamiento y fraternidad, por el que debemos dar gracias a Dios".
De ese camino forman parte el diálogo teológico, gracias a los trabajos de la comisión internacional anglicana-católica y las relaciones de convivencia a la enseña del respeto mutuo y de la colaboración.
"La solidez de esas relaciones ha hecho posible mantener la ruta incluso cuando en el diálogo teológico han surgido dificultades mayores de las que se podían imaginar al principio del camino", agregó el Santo Padre.
Francisco ha manifestado al arzobispo su gratitud por el esfuerzo que ha hecho la Iglesia de Inglaterra para entender las razones que llevaron a Benedicto XVI a ofrecer "una estructura canónica capaz de responder a las exigencias de los grupos anglicanos que pidieron que se les recibiera, también de forma corporativa, en la Iglesia católica. Estoy seguro de que así será también posible conocer mejor y apreciar en el mundo católico las tradiciones espirituales litúrgicas y pastorales que constituyen el patrimonio anglicano".
"Sé que Vuestra Gracia- ha afirmado el Santo Padre- es particularmente sensible a estas temáticas, en las que compartimos muchas ideas. También estoy al corriente de su compromiso para favorecer la reconciliación y la resolución de los conflictos entre las naciones. A este propósito, junto al arzobispo Nichols (el arzobispo católico de Westminster), Usted ha pedido a las autoridades que encuentren una solución pacífica del conflicto sirio, que garantice también la seguridad de toda la población, incluidas las minorías, entre las que se encuentran las antiguas comunidades cristianas locales".
El Papa dijo luego que "como Usted ha evidenciado, nosotros los cristianos llevamos la paz y la gracia como un tesoro para donar al mundo, pero estos dones pueden dar fruto solamente cuando los cristianos viven y trabajan juntos en armonía. Será así más fácil contribuir a construir relaciones de respeto y convivencia pacífica con los que pertenecen a otras tradiciones religiosas y también con los no creyentes".
"La unidad que anhelamos sinceramente -finalizó el Pontífice- es un don que viene de lo alto y se funda en nuestra comunión de amor con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo... Que el Padre misericordioso escuche las oraciones que le dirigimos juntos".