Odoardo Focherini es un padre de familia italiano que falleció a los 37 años de edad, tuvo siete hijos y, entre sus muchas obras de caridad para los necesitados, salvó de morir a 100 judíos en 1944 durante la época de la persecución nazi. Este laico católico será beatificado el próximo 15 de junio en la ciudad de Carpi.
"Uno de los judíos a los que salvó dijo que 'somos los milagros de Odoardo Focherini' y siempre lo consideraron su salvador y ángel. Su prójimo fue su familia y los judíos", señaló en una reciente conferencia de prensa en Radio Vaticano, uno de sus 21 nietos, Francesco Manicardi.
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Odoardo Focherini murió en un campo de concentración nazi en 1944 a causa de una herida en la pierna que terminó por infectársele.
Este ejemplar padre de familia se casó en 1930 con Maria Marchesi. Durante sus años de casado, este laico italiano ayudó a organizar diversos eventos diocesanos como congresos eucarísticos, y en 1939 se convirtió en el director del diario católico L'Avvenire.
Su ayuda a los judíos comenzó en 1942, pero el dia más importante de esta colaboración fue el 8 de septiembre de 1943, cuando le pidió permiso a su esposa para ayudar a darles identificaciones falsas para que los huían de los nazis pudieran cruzar la frontera ítalo-suiza.
El Obispo de Carpi, Mons. Francesco Cavina, quien también estuvo en la conferencia de prensa, señaló que en la vida del padre de familia "no hubo separación entre su vida espiritual y su vida familiar. Es un hombre completo porque el trabajo, la familia y el apostolado en la Iglesia han sido su camino para la beatificación".
"Él se dejó transformar por Jesucristo hasta que, como Él, murió", sentenció.
El postulador de su causa de canonización, el padre franciscano Giovangiuseppe Califano, dijo que el laico italiano murió por "odio a la fe. Las pruebas de eso es que él reveló en sus escritos que siempre hubo un tono anticatólico en su primer interrogatorio. La intención era suprimir a un activista católico".
De acuerdo al postulador, Focherini nunca pronunció "una sola palabra de odio contra sus perseguidores".
"Podemos decir que merece no sólo la corona de la fe, sino también la de la caridad", concluyó.