Ángel, el mexicano de 43 años por el que el Papa Francisco realizó una "oración de liberación" tras concluir la Misa de Pentecostés en la Plaza de San Pedro el pasado 19 de mayo, contó su historia y reveló que son más de diez años que lleva poseído por cuatro demonios y que un sueño le llevó a viajar a Roma para encontrarse con el Santo Padre.
En una entrevista publicada por el diario español El Mundo, Ángel recordó que todo comenzó en 1999, "un día que regresaba en un autobús desde México DF a mi localidad natal, en Michoacán. Sentí que una energía entraba en el autobús. No la vi con los ojos, pero la percibí".
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"Noté que se aproximaba a mí y que se colocaba enfrente mío. Y, de pronto, noté como una estaca que se me clavaba en el pecho y luego, poco a poco, la sensación de que se me iban abriendo las costillas", dijo.
Inicialmente, Ángel pensó que se trataba de un ataque al corazón, pero no murió y su salud empeoró, pues "todo lo que comía lo vomitaba. Sentía pinchazos en todo mi cuerpo, como si lo tuviera repleto de agujas".
"Hasta las sábanas me hacían daño. Empecé a no poder caminar", recordó.
Al poco tiempo comenzaron los trances en los que pronunciaba blasfemias y hablaba en lenguas desconocidas, sin que los médicos que lo atendían puedan explicar qué le ocurría.
Su salud llegó a puntos tan delicados que "en total me han dado ya cuatro veces los santos óleos", señala.
Ese sacramento le trajo una mejora en su salud, por lo que Ángel comenzó a rezar, con particular devoción al Señor de la Misericordia.
En 2004, Ángel asistió a una conferencia de un sacerdote ucraniano en la localidad mexicana de Morelia a quien le explicó su caso.
"Le conté lo que me ocurría, lo mal que me sentía. Él me puso en el pecho una reliquia del Padre Pío y en ese momento vi una luz especial que me rodeaba, sentí una gran paz. Pero al mismo tiempo, noté algo que empezaba a arañarme dentro de mí. Ese algo me tiró al suelo y comenzó a manifestarse. Yo no podía hacer nada, esa presencia era más fuerte que yo, me dominaba", dijo.
Ese día quedó claro que estaba poseído y le practicaron su primer exorcismo.
Saber que estaba poseído, confesó Ángel, "me dio muchísimo miedo. Y también me sentí muy sucio al pensar que dentro de mí había un ser maléfico".
"Mi familia reaccionó al principio con incredulidad y, de hecho, entre mis hermanos hay algunos que aún siguen siendo escépticos, que creen que lo que tengo es fruto de un desequilibrio psicológico".
Ángel manifestó su cercanía por la gente en todo el mundo que pasa por algo similar y que "se siente incomprendida por su familia, por sus amigos y, en ocasiones, hasta por la propia Iglesia, porque no en todas las diócesis hay exorcistas".
"También porque hay sacerdotes que no creen en la posesión diabólica, que consideran que se trata de problemas psiquiátricos. Hay muchos poseídos que terminan en manicomios y se mueren sin saber lo que les pasa", lamentó.
Inicialmente, un sacerdote en la capital mexicana le practicó cuatro o cinco exorcismos, durante uno de los cuales "ese sacerdote le preguntó al demonio que cómo había entrado dentro de mí y éste le dijo que había sido por un maleficio que me hizo una persona".
Eventualmente le recomendaron que recurriera al famoso sacerdote exorcista español José Antonio Fortea, quien en un viaje a México, hace tres años, lo conoció y lo asesoró.
Ángel es licenciado en Mercadotecnia por la Universidad de Guadalajara (México), y tenía su propia empresa de publicidad, la que tuvo que cerrar pues "mis condiciones de salud no me permiten trabajar".
"Para poder mantener a mi familia he tenido que vender mi casa y otro apartamento que teníamos. Ahora vivimos en una casa que nos ha prestado mi suegra. Por suerte, no estoy en dificultades económicas, con la venta de las dos casas nos llega para vivir", señaló.
Sin embargo, Ángel anhela "hacer una vida normal. Sobre todo por mi esposa y mis hijos, de 6 y 11 años. Por suerte mis dos niños nunca me han visto en trance. Pero saben que estoy enfermo", dijo entre lágrimas.
Pero hace poco tiempo, Ángel tuvo un sueño que daría un giro importante a su caso y que eventualmente haría que su testimonio llegue a todo el mundo.
"Vi al Papa Francisco vestido de rojo, rezando, con un incensario en la mano y rodeado de obispos y cardenales. No le di importancia, pero cuando me levanté encendí la televisión y vi una misa del Papa, vestido de rojo y con un incensario en la mano, rodeado de obispos y cardenales. Y me pasó por la cabeza una idea: ¿Tendré que ir a Roma?", dijo.
Por ese tiempo, recordó, estaba leyendo el libro "El último exorcista", del famoso exorcista de la diócesis de Roma (Italia),Gabriele Amorth, "en el que se dice que tanto Benedicto XVI como Juan Pablo II habían realizado exorcismos y oraciones liberatorias a poseídos".
Ángel dudó bastante si debía o no viajar a Roma, pues "estaba muy mal, tenía miedo de morir lejos de mis hijos, de mi familia".
Al final, junto a Juan Rivas, un sacerdote mexicano legionario de Cristo, a quien conoció hace dos años, viajó a Roma.
"Después de tratar en tres ocasiones de saludar al Papa sin éxito", el domingo de Pentecostés "la divina providencia nos ayudó y conseguimos por fin encontrarle y que dijera una oración", señaló el P. Rivas.
Al día siguiente de la oración del Papa sobre Ángel, el Padre Amorth lo vio y aseguró que "no hay duda de que está poseído".
En entrevista concedida a ACI Prensa el 22 de mayo, el sacerdote señaló que ese día "el Papa de buena voluntad se acercó y le hizo un exorcismo bajo forma de oración de liberación, no como el exorcismo clásico que se hace con el libro".
El mexicano, dijo Amorth, "es realmente un alma de Dios de la cual el Señor se sirve para reprochar a México por la legalización del aborto".