Marcelo Diez, un contador que por entonces tenía 30 años, se dirigía en su moto a un asado, en una chacra familiar, cuando un automóvil lo embistió en la Ruta Nacional 22, en Argentina. No volvería a ver a sus seres queridos. Era un domingo, 23 de octubre de 1994.

Pero Marcelo no murió, aunque ese accidente estaría lejos de ser la última ocasión en la que la vida de Marcelo estaría en riesgo. Internado en un centro médico, el 8 de diciembre de ese mismo año una infección intrahospitalaria lo postró en cama de forma definitiva, con un estado de inconsciencia permanente.

Tras múltiples esfuerzos en diversas instituciones médicas, los padres de Marcelo, Andrés y Trude, acondicionaron la chacra familiar a manera de clínica para su hijo, en la localidad de Neuquén.

Eventualmente Trude enfermó de cáncer y falleció en 2003. Andrés la siguió, debido a una enfermedad del corazón, en 2008.

Muertos los padres, las hermanas de Diez, Andrea y Adriana, aseguraron que "lo que era Marcelo ya no está ahí, déjenlo morir de una vez", y buscaron en diversas instancias la posibilidad de retirarle los cuidados básicos que recibe, ocasionando así su muerte.

Para ellas, quien está postrado en una cama es "lo que quedó de Marcelo. Un cuerpo que respira".

El pasado 19 de abril, el Tribunal Superior de Justicia de Neuquén determinó que en las hermanas de Marcelo recaía la responsabilidad de suspender todas las medidas que actualmente sostienen la vida de Marcelo.
Al recibir el fallo, las hermanas Diez aseguraron recibirlo "con alivio y con tranquilidad, ya que en estos casos no se puede hablar de alegría".

Sin embargo, el 2 de mayo, el Obispo de Neuquén y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Mons. Virginio Bressanelli, aseguró que quitarle las atenciones que actualmente recibe Marcelo, de 49 años, "lo condenaría a una muerte atroz".

Mons. Bressanelli descartó que retirarle los cuidados a Marcelo constituya una "muerte digna" y desmintió a diversos medios de prensa locales que dijeron "que Marcelo Diez está 'enchufado' (…) pues no está conectado a nada. Ni lo ha estado en estos últimos años".

Diez, indicó el Obispo de Neuquén, "dentro de su cuadro goza de una salud estable, sin ni siquiera resfríos o escaras desde hace mucho tiempo".

Marcelo se encuentra actualmente en el centro de Lucha Neuquina contra el Cáncer (LUNCEC), y el Obispo pidió a la familia que permitan que ahí, con el apoyo de la Iglesia, cuiden de su vida "hasta que su curso en esta tierra se cierre naturalmente".

Retirarle los cuidados a Marcelo, advirtió el Prelado, constituiría "una eutanasia por omisión y un delito por abandono de persona. En estos casos nos queda algo que califica y dignifica a todos: redoblar nuestra capacidad de amor y resignar con humildad nuestro afán de omnipotencia".

La plataforma pro-vida argentina Para Hacerse Oír-Hablemos Claro expresó su apoyo al "generoso ofrecimiento" de Mons. Bressanelli.

El presidente de la plataforma, Martin Viano, lanzó también una campaña de muestras de respaldo al Obispo, buscando fortalecer con esta "la defensa de la vida humana, en conformidad a las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia sobre la vida desde la concepción hasta la muerte y la gravedad moral de la eutanasia".

Para firmar esta misiva dirigida al Obispo de Neuquén, puede ingresar a: http://www.hacerseoir.org/peticiones.php?id=28