El Papa Francisco celebró hoy la fiesta de Nuestra Señora de Luján en la audiencia general de este miércoles y le ofreció unas flores blancas, obsequiadas por una niña, a la Patrona de Argentina que lo acompañó en esta especial fiesta.
Antes de empezar la audiencia general el Santo Padre se detuvo un momento en oración ante la imagen.
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Poco antes de saludar en español el Pontífice recordó de forma especial a la Virgen de Luján, a quien encomendó todas las alegrías y preocupaciones de los argentinos, pidiendo un aplauso bien fuerte para la Madre de Dios.
En español, el Papa dijo: "El tiempo pascual es por excelencia el tiempo del Espíritu Santo que culmina con la Solemnidad de Pentecostés. En el Credo profesamos la fe en el Espíritu Santo, que es Dios, «Señor y dador de vida». Él es la fuente inagotable de la vida divina en nosotros.
Es «el agua viva» que Jesús prometió a la Samaritana para saciar para siempre la sed, para colmar los anhelos más profundos y más altos del corazón humano. Porque Jesús ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10). El Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, Cristo lo ha derramado en nuestro corazón, para hacernos hijos de Dios y para que nuestra vida sea guiada, animada y alimentada por él. Esto es precisamente lo que entendemos al decir que el cristiano es un hombre espiritual: una persona que piensa y actúa siguiendo la inspiración del Espíritu Santo.
Así, la existencia del cristiano, dice san Pablo, es animada por el Espíritu Santo y rica de sus frutos, que son: «Amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí» (Ga 5,22-23). El don precioso del Espíritu Santo es, pues, la vida misma de Dios, en cuanto verdaderos hijos suyos por adopción".