Gabriel de Aróstegui (Lorenzo Ilarregui Goñi), es uno de los miles de mártires españoles asesinados en España durante la Guerra Civil. Su historia de martirio comenzó con una paliza e insultos por negarse a blasfemar contra Dios. Será beatificado el próximo 27 de octubre en Tarragona (España).
En un diálogo con ACI Prensa el postulador de la causa de Canonización, H. Alfonso Ramírez Peralbo, religioso del convento de los Capuchinos de Sevilla, relató la estremecedora historia del futuro beato.
El Hermano Gabriel nació el 10 de agosto de 1880, en Aróstegui (Navarra). Tenía cuatro hermanos, Sus padres lo bautizaron como Lorenzo, pero eligió Gabriel para ingresar en el convento de los Hermanos Capuchinos de Monte Hano (Santander), donde el 31 de diciembre de 1910, vistió el hábito, y dos años más tarde hizo la profesión de fe.Luego fue destinado al convento de El Pardo (Madrid), donde, después de vivir grandes tormentos a causa de su fe, fue asesinado.
El 21 de julio de 1936, los milicianos asaltaron el convento. La excusa era acusar a los religiosos de posesión de armas. Los religiosos intentaron huir, entre ellos el H. Gabriel, quien saltó por las tapias de la huerta para huir, pero, apenas puso los pies en tierra, fue detenido por los milicianos.
Después de insultarlo y maltratarlo, bajo amenaza de muerte, le exigieron blasfemar, "si no lo hacía le matarían allí mismo".El religioso fiel a su fe dio un no por respuesta: "Hagan de mí lo que quieran; mátenme, pero yo no blasfemo".
"Aquí comenzó su martirio y aquí también su clara y valiente confesión de fe", explica el postulador.
Unos días más tarde, el 25 de julio, fue puesto en libertad y se escondió en casa de unos amigos.
Diez días después, los milicianos lo encontraron y fue juzgado por un comité en el pueblo que lo sentenció a la muerte. Sin embargo, un guardia decidió que no se procediese a la ejecución y lo liberaron por segunda vez.
Gabriel volvió a su trabajo en el colegio del convento, siempre vigilado por milicianos con fusil. El 23 de agosto de ese mismo año, 1936, después de sus faenas, un miliciano lo invitó a salir. Apenas atravesó la puerta, tres milicianos del pueblo, dispararon contra él. Murió desangrado y su cuerpo fue enterrado en una fosa común que aún no ha sido localizada.
El postulador de la Causa de Canonización, que también se ha encargado de otros muchos martirios de la Guerra Civil Española, y actualmente prepara un libro: "Treinta y dos testigos de la Fe. Mártires Capuchinos de España en el Siglo XX".