El presidente del Servicio Jesuita para los Refugiados en Roma, Padre Giovanni La Manna, aseguró que el Papa Francisco lo telefoneó personalmente para comunicarle su intención de visitar pronto el Centro Astalli, el centro de la ciudad donde los jesuitas asisten a miles de refugiados "sin papeles".
"He escrito al Papa para invitarlo al comedor Astalli. Ayer tuve una llamada al celular, era el Papa Francisco y me dijo que vendrá. Es estupendo", escribió el 7 de abril el P. La Manna en su cuenta de Twitter.
En el Centro Astalli encuentran gratuitamente y sin distinción de raza o religión un servicio médico y psicológico, les ofrecen atención legal, les dan de comer, les ofrecen una ducha donde lavarse, les dan ropa y les tratan de introducir en la sociedad mediante la educación.
Lo que diferencia al Centro Astalli de otras casas de acogida es la seguridad que se ofrece a los refugiados de no ser identificados. De esta manera, las personas en dificultad pueden pedir ayuda sin temor a ser deportados, ya que los jesuitas tienen un acuerdo con la ciudad de Roma para asegurar su anonimato.
La mayoría de los inmigrantes que llegan allí son refugiados que huyeron de Oriente Medio y África en busca de un futuro mejor.
El centro se encuentra en el corazón de la ciudad y se forman largas colas para entrar. Los refugiados generalmente son musulmanes que llegan a Europa en un estado físico y mental lamentables, un fenómeno que crece con el transcurso de los años.
El P. La Manna, quien trabaja en el centro jesuita desde el año 2003, explica en una anterior entrevista concedida a ACI Prensa, que detrás de los refugiados se esconden tragedias desgarradoras.
La mayoría de ellos huyeron porque su vida estaba en peligro, por motivos políticos, de religión, de libertad… otros porque "ser cristiano en un país musulmán es muy difícil. También hay muchas mujeres que huyen porque su familia las obligan a casarse con alguien a quien no aman", señala.
La inspiración de ayudar a estos refugiados "proviene del Evangelio. Nosotros no nos inventamos nada, solo tenemos presente lo que dice el Evangelio, lo que nos enseña. Y al recibir a las personas no se hace diferencias por el color de piel, de idioma, y también de religión, para nosotros son personas, y merecen atención y ayuda, y no se hace distinciones", afirma.
El Servicio Jesuita al Refugiado nació en el año 1980 y se extiende por todo el mundo para ayudar a estas personas en dificultad. Particularmente en el Centro Astalli reciben una media de 400 personas al día. Para asistirlos, los jesuitas cuentan con el trabajo de voluntarios.