El Papa Francisco exhortó esta mañana en la homilía de la Misa de Martes Santo a abrir el corazón y gustar la dulzura del perdón de Jesús, cuyo amor disipa la "noche" del pecado del ser humano.
Meditando en el pasaje evangélico sobre la traición de Judas, el Santo Padre exhortó a los presentes en la Capilla de la Casa Santa Marta a "abrir el corazón y gustar la dulzura del perdón". "Pensemos qué bello es ser santos, pero también es bello ser perdonados (…) Confiemos en este encuentro con Jesús y en la dulzura de su perdón".
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El Papa Francisco recordó que cuando Judas traicionó al Señor, cuando salió del Cenáculo, "era de noche". Esa noche en la que se mueve el discípulo que entrega a Cristo, es la noche en la que está su corazón. Esa es peor, es la "noche del corrupto, una noche definitiva, cuando corazón se cierra de un modo que no sabe, no quiere salir de sí".
En cambio, prosiguió el Papa, la "noche del pecador" es diferente, es una noche "provisional" que todos "conocemos": son "tiempos cuando la noche llega y todo es oscuro en el corazón".
Tras señalar que de esta noche se puede salir con la confesión, el Santo Padre dijo que así se puede vivir la experiencia de San Pablo que decía que "su gloria era Cristo crucificado por sus pecados. ¿Por qué? Porque él, con sus pecados, ha encontrado a Cristo crucificado que los perdonaba".
La realidad del perdón, "el gustar la dulzura del perdón", indicó luego el Papa, es un llamado a todos "en medio de la 'noche', de las tantas noches y de los tantos pecados que cometemos, porque somos pecadores, y siempre está esa caricia del Señor que nos hace decir "esta es mi gloria: ¡soy un pobre pecador, pero Tú Señor eres mi Salvador!"