Jorge Mario Bergoglio, desde ahora el Papa Francisco, es un hombre sencillo, austero, de perfil bajo pero enérgica prédica, valiente defensor de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, amante de la música, la literatura y como buen argentino, del fútbol.
El Papa Francisco es el primer Papa de América, el primer hispanohablante, el primer jesuita en ser Pontífice y el primero en elegir el nombre del santo de Asís y del gran evangelizador de la Compañía de Jesús, San Francisco Javier.
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Nació en Buenos Aires, capital de Argentina, el 17 de diciembre de 1936. Asume el Pontificado con 76 años de edad. Es uno de los cinco hijos de Mario Bergoglio, un ex empleado ferroviario, y Regina Sívori, ama de casa.
Se graduó como técnico en ingeniería química cuando descubrió el llamado a la vida religiosa y a los 20 años de edad ingresó a la Compañía de Jesús. Perdió buena parte de un pulmón debido a una enfermedad respiratoria y a los 33 años fue ordenado sacerdote. Goza de muy buena salud, gracias a la vida austera y rigurosa que siempre ha observado.
Fue superior provincial de los jesuitas entre 1973 y 1979, en plena dictadura militar argentina, tiempos violentos en los que debió reencauzar la misión pastoral de los jesuitas en el país. Su difícil labor mereció el reconocimiento de sus hermanos religiosos y le ha valido calumnias de parte de grupos extremistas.
En 1992, el Papa Juan Pablo II lo nombró Obispo Auxiliar de Buenos Aires. En 1997 lo nombró Arzobispo Coadjutor y el 28 de febrero de 1998 asumió el cargo de Arzobispo de Buenos Aires, sucediendo al Cardenal Antonio Quarracino. En el año 2001 fue designado Cardenal. Fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos y en diciembre de 2011, al cumplir 75 años de edad, presentó su renuncia al cargo de Arzobispo, pero el Papa Benedicto XVI no la aceptó.
El Cardenal Bergoglio es conocido en su país por llevar una vida muy austera. Vivía solo en un departamento sencillo, en el segundo piso del edificio de la Curia, al lado de la Catedral, y fue un enérgico defensor de los argentinos durante la crisis económica y social que en el año 2001 derivó en la renuncia de Fernando de la Rúa. Se sabe que suele cuidar personalmente a sacerdotes ancianos y enfermos de la diócesis de Buenos Aires e incluso ha pasado noches enteras ofreciendo asistencia en los hospitales de su ciudad.
Siempre trató de mantenerse alejado de las cámaras y conservar un perfil bajo, en Buenos Aires viajaba en transporte público -metro (tren subterráneo) y autobuses- como cualquier sacerdote, siempre vistiendo sotana. Con frecuencia confesaba en la Catedral de Buenos Aires como un presbítero más, y ha tratado de no tener una gran exposición en los medios de comunicación.
En sus viajes a Roma mantuvo este mismo perfil y era frecuente verlo con un sobretodo negro sin lucir la llamativa vestimenta de los purpurados. Cuando fue creado Cardenal, no se compró una vestimenta nueva, sino que ordenó arreglar la que usaba su antecesor el Arzobispo Quarracino.
Sus amigos aseguran que es un apasionado lector de Dostoievski, Borges y autores clásicos, gusta de la ópera, el tango y el fútbol. Es simpatizante del Club Atlético San Lorenzo de Almagro.