Cada día cientos de parejas en China recurren a la dolorosa decisión de divorciarse para evitar el excesivo pago del impuesto que exige el gobierno cuando el matrimonio decide vender sus propiedades.
Eso sucede porque, de acuerdo a la legislación de esta nación que promueve la política del hijo único, cuando la pareja está divorciada no está obligada a pagar los miles de dólares en impuestos que pagaría si estuviese casada.
Recientemente el gobierno comunista anunció que las parejas que son dueñas de una propiedad mínimo por cinco años y quieran venderlos o transferirlos después de un divorcio, no pagaran el impuesto y, de la misma manera, si el matrimonio tiene dos propiedades y luego del divorcio cada uno mantiene una propiedad a su nombre, al venderla tampoco lo pagaría.
Luego del anuncio las oficinas de registros públicos en el país se llenaron de matrimonios que quería divorciarse para acogerse a este "beneficio" alegando que se separaban por "falta de mutuo afecto", como informó la prensa local.
Considerando que el proceso de divorcio en China en muy simple, los índices de los trámites se han incrementado excesivamente, siendo las ciudades de Shangai y Gunagzhou las que presentan las tasas más altas.
Una oficina en Shangai por ejemplo, registró en sólo un día 53 divorcios, según lo informo la Agencia AFP, que además señaló que una mujer saliendo de terminar su proceso dijo "esta tarde iré al centro de comercio de propiedades" para vender un inmueble.