El Superior General del Sodalicio de Vida Cristiana, el peruano Alessandro Moroni, señaló que la renuncia del Papa Benedicto XVI a su pontificado, constituye una demostración de que el cristiano debe dejarse guiar por el Espíritu Santo y no por las voces del mundo que algunas veces puede ser ignorantes, banales o maliciosas.
En un comunicado con fecha 15 de febrero, Moroni señala que el gesto de la renuncia del Santo Padre ha sido “valiente y abnegado” y “fruto de prolongada oración y un honesto examen de conciencia hecho de cara al Señor”.
“La ocasión es propicia para renovar nuestra sincera adhesión al Sucesor de Pedro y nuestro amor a la Iglesia. Para renovar nuestra confianza en el Señor Jesús que la guía, como el mismo Papa Benedicto XVI nos ha recordado”, indica el texto.
El Superior General del Sodalicio exhorta a reflexionar “sobre el testimonio de humildad, servicio y sólida coherencia que nos ha ofrecido el Papa; de decisión firme e inquebrantable de dejarse guiar en todo por el Espíritu Santo; de su mirada fija en lo esencial, en el Señor, para no dejarse llevar por las voces del mundo –algunas veces ignorantes, otras banales y muchas otras maliciosas– sino únicamente por la voz del Buen Pastor, que conoce y guía a sus ovejas”.
“Vivir coherentemente nuestra pertenencia a la Iglesia significa, en estos momentos, elevar nuestra ferviente oración al Altísimo, dador de todos los bienes, para agradecerle por el don que ha significado para todo el Pueblo de Dios el Pontificado de Benedicto XVI; para pedirle que derrame abundantes bendiciones sobre él en esta nueva etapa de su vida y de su entrega a la Iglesia”, afirma Moroni.
El texto de Moroni invoca además “la asistencia del Espíritu Santo sobre todos los bautizados, de modo muy especial sobre los Cardenales que tendrán la grave responsabilidad de elegir al nuevo Papa”.
Este, concluye el comunicado, “debe ser un tiempo de intensa comunión y firme esperanza. Confiemos, pues todas estas intenciones a los cuidados de María, Madre de la Iglesia. Unidos a ella caminemos ‘con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación, perseverantes en la oración’”.