Augusto Garay González es un barítono peruano que llegó a Roma (Italia) en 1989 con solo 150 dólares en el bolsillo. Luego de trabajar como obrero y tras estudiar en el Pontificio Instituto de Música Sacra, ingresó en 1999 al Coro de la Capilla Sixtina. El 11 de febrero de 2013 fue testigo, junto a los demás miembros de esta agrupación y de los cardenales reunidos en Consistorio, de la sorprendente e histórica renuncia del Papa Benedicto XVI al pontificado.
En una entrevista concedida al periodista Juan Julio Arévalo del diario peruano El Comercio, el barítono recordó cómo era el ambiente ese día: “habíamos terminado de recitar la hora media con el Papa en la sala del sínodo. Normalmente, el Pontífice hace la última oración y canta la bendición final. Con el Salve Regina terminaba la función, pero de pronto vimos que el Papa se sentó y su secretario le alcanzó el discurso…”.
Tras comentar que “nosotros los cantores tenemos cierta familiaridad con el latín”, Garay explicó que “escuché palabras claves que se referían a la edad. El director del coro, monseñor Palombella, se dio cuenta y ya se pasó la voz entre todos. (…) La cara de estupor, de desconcierto y los rostros de tristeza de los prelados se expandió en toda la sala”.
“Menos mal que después del anuncio no teníamos que cantar. Salimos todos en silencio y compungidos. No dijimos nada. No había nada que decir. Me impresionó mucho el rostro del Papa. Se notaba cuán costosa había sido esa decisión para él. Es un hecho insólito porque el Papa no ha muerto, solo ha renunciado al trono de Pedro”.
El barítono que dejó el Perú, porque en los años 80’s la situación del país era crítica con la hiperinflación y el terrorismo, afirma que haber sido testigo del pontificado de Benedicto XVI “ha sido un gran privilegio porque me ha permitido escuchar en directo sus homilías, en las que se notaba su reflexión personal y su gran vuelo intelectual”.
“Nosotros hemos visto al Papa abatido últimamente. Los escándalos de la pedofilia, los insultos de los que ha sido objeto en sus giras han sido una fatiga muy grande. Cuando escuché la noticia (de la renuncia), en el fondo pensé en la tranquilidad que este anciano estudioso podrá sentir. Podrá pasar sus últimos años sin el rigor del protocolo. Me dije a mí mismo: qué bueno por el Papa, ahora podrá estar más tranquilo”.
Garay señala que el ambiente del Vaticano es “de tristeza, pero hay mucha gente que piensa que el Papa ha dado un gran ejemplo, sobre todo a los políticos que se atan a la silla de gobierno”.
Comparando lo que ha hecho Benedicto XVI con Juan Pablo II, el cantante peruano asegura que “es otra mentalidad. No es mejor o peor. Ratzinger es un hombre sobrio y renunció por el bien de la Iglesia. Seguramente vendrá un Papa joven. Se calcula que para el Domingo de Ramos ya estará el nuevo Papa”.
El cantante, que ha trabajado en diversos medios peruanos y en Radio Vaticana, explicó algunos detalles de la elección del nuevo Papa: “en realidad, la música del cónclave es simple, porque se invoca el Espíritu Santo, cantando el Veni Sacte Spiritu. Después, el director del ceremonial anuncia el Extra Omnes (fuera todos), así el cuerpo cardenalicio se reúne en cónclave en el recinto de la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Pontífice”.
Augusto Garay recuerda asimismo que “todos los años, en enero, el Papa recibe el coro de la Capilla Sixtina en audiencia privada, le ofrecemos un concierto, solo para él y su hermano Georg. El Papa agradece al coro por todos los servicios prestados en el año y ofrece regalos, especialmente a los niños cantores que son unos 40”.
“De Alemania llega un container de caramelos y chocolates que le mandan de su diócesis para los niños. Así les agradece por estar con él cuando podrían estar de vacaciones. Una vez el Papa se me acercó y en español me dijo: ‘¿Y usted de dónde es?’. Le respondí: ‘Del Perú, santidad’. ‘¡Ah!, conozco su país, ¡he estado en el Cusco!’. Le pregunté cuándo iba al Perú y me respondió: ‘Ojalá, ojalá’”.
Tras recordar que tuvo la oportunidad de cantar en los funerales del recordado Juan Pablo II, “con un nudo en la garganta”, el barítono afirma que “soy como cualquier peruano, con la vida tan dispareja. La música fue un oficio tardío, pero grato porque me ayudó a sobrevivir espiritual y materialmente”.
“Tengo una magnífica familia con una esposa, Linda, que es juez en el campo de derecho canónico en el Tribunal de Apelación del Vicariato de Roma y dos hijas. He grabado un disco como solista y me gustaría terminar cuanto antes un par de publicaciones”.
Garay concluye asegurando que “cuando a veces reflexiono sobre todo lo vivido y el bien que me rodea, no puedo dejar de pensar con estupor que no todo es solo obra nuestra, si no de una mano maestra: la providencia”.