El Papa Benedicto XVI anunció esta mañana que el próximo 28 de febrero abandonará su ministerio al cargo de la Sede de Roma. Durante la ausencia del sucesor de Pedro, el Cardenal Tarcisio Bertone, actual Secretario de Estado Vaticano ejercerá como jefe de Estado en las funciones básicas de la Santa Sede.
Le corresponde este cargo por ser Camarlengo del Vaticano desde abril de 2007. Durante dicho periodo, el Camarlengo no se responsabiliza del gobierno espiritual de la Iglesia Católica y tampoco de las decisiones definitivas o nombramientos. Tales facultades solo se reservan al Papa.
El nuevo cónclave dará a conocer al 265 sucesor de Pedro y se regulará por el "Ordo Rituum Conclavis", el rito establecido por la Constitución Apostólica del Beato Juan Pablo II "Universi Dominici Gregis" del 22 de febrero de 1996.
Durante el período del cónclave los cardenales electores se alojarán en la residencia vaticana Casa Santa Marta, un lugar independiente de la Capilla Sixtina, lugar donde deben ejercer su derecho al voto.
Los cardenales electores deben permanecer en el Vaticano durante todo el período de duración del cónclave y nadie puede acercarse a ellos en sus traslados dentro del estado, y cualquier tipo de comunicación con el mundo exterior está prohibida.
Como ya se hizo en el pasado, la estufa de la Capilla Sixtina se usará para quemar las papeletas después de cada votación. El humo de la fogata sirve al colegio cardenalicio para comunicar a los fieles el estado de las votaciones.
El cónclave que llevó a la elección de Benedicto XVI comenzó el lunes 18 de abril de ese mismo año, en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico del Vaticano. La elección comenzó con la frase "extra omnes", que debe ser pronunciada por maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, a partir de ese momento comienza la elección del nuevo Papa.
Benedicto XVI es el 264 sucesor de Pedro, y fue elegido el 19 de abril de 2005. Estas fueron las primeras palabras que dedicó a los fieles: "Queridos hermanos y hermanas: Después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido, a mí, un sencillo y humilde obrero de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con herramientas insuficientes y sobre todo me confío a vuestras oraciones. En la alegría del Señor Resucitado, confiados en su ayuda permanente, prosigamos. El Señor nos ayudará y María, su Madre Santísima, estará a nuestro lado".