El pasado 25 de enero, una joven cristiana de 15 años fue secuestrada, violada y torturada por Sher Maometto y Shabir Ali, dos influyentes musulmanes que perpetraron el brutal crimen a mano armada en Pakistán.
La joven se llama Fouzia Bibi y reside de la aldea de Roday, cerca de Kasur (Punjab), proviene de una familia pobre y trabaja en la agricultura junto a sus hermanos y su padre, Malooka Masih.
Según informó la agencia Fides, Fouzia regresaba de cumplir un encargo de su empresa cuando dos hombres armados con pistola, Sher Mohammed y Shabir Ali, la secuestraron, la encerraron en una habitación, la torturaron y violaron varias veces. Dejaron inconsciente a la joven y la abandonaron en la calle.
La Asociación Evangélica de Desarrollo Legal que asiste a Fouzia, indicó que la joven no recibió ayuda alguna por parte de la policía local cuando sus padres se presentaron para denunciar los hechos.
Los hombres que la violaron “eran musulmanes influyentes”, explica la agencia Fides.
La familia de Fouzia conocía a los dos violadores e intentó poner una denuncia en la comisaría de Sarai Mughal (provincia de Punjab), “pero el oficial de turno no quiso siquiera escucharlo”.
Finalmente, fue el párroco de la Iglesia de Pattoki, Padre Salem Gill, quien les ayudó. Se puso en contacto con Asociación Evangélica de Desarrollo Legal, y el 29 de enero, la familia consiguió interponer una denuncia respaldada por el artículo 376 del Código Penal de Pakistán, que castiga la violación.
A la espera la evolución de la denuncia, la familia de Fouzia está siendo intimidada por las amenazas de los violadores.
La asociación que defiende a Fouzia denuncia también que a menudo los musulmanes con poder abusan de los cristianos y no respetan sus derechos humanos ni su dignidad. En particular denuncian que las chicas cristianas son doblemente discriminadas y a menudo tratadas “como mercancía”.
Según informó la agencia Fides, cada año unas 700 niñas pertenecientes a las minorías religiosas (hindúes y cristianas) son violadas o secuestradas.