El Papa Benedicto XVI explicó que la fuerza del cristiano nace del amor y la misericordia de Dios, que ofrece a todos los hombres la luz y el sentido para vivir, incluso en medio de la oscuridad.
Así lo indicó el Santo Padre en sus palabras ayer por la tarde en el Aula Pablo VI, luego de un concierto ofrecido por la embajada de Italia ante la Santa Sede en ocasión del 84º aniversario de los Pactos Lateranenses de 1929 que devolvieron su soberanía al Vaticano.
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Las piezas que se tocaron fueron "La fuerza del destino" de Verdi y la "Sinfonía n. 3 en mi bemol mayor op. 55, "Heroica", de Beethoven.
El Santo Padre dijo al final del concierto que "La fuerza del destino" es "un homenaje al gran compositor italiano en el doscientos aniversario de su nacimiento. Un compositor que en sus obras llama siempre la atención por como sabe captar y trazar con la música las situaciones de la vida, sobre todo los dramas del ánimo humano, de una forma tan inmediata, incisiva y esencial, que es rara encontrar en el panorama musical".
Sobre Verdi el Santo Padre dijo que "el destino que impone a sus personajes es siempre trágico y de él no escapan los protagonistas de la sinfonía que acabamos de escuchar. Pero, a la hora de afrontar el tema del destino, Verdi hace frente directamente al tema religioso, se confronta con Dios, con la fe, con la Iglesia; y de nuevo brota en el ánimo del compositor, su inquietud, su búsqueda religiosa".
En "La fuerza del destino" se perfila "el drama de la existencia humana marcada por un trágico destino y por la nostalgia de Dios, de su misericordia y de su amor, que ofrecen luz, sentido y esperanza aun en la oscuridad. La fe nos da esta perspectiva que no es ilusoria, sino real".
Benedicto XVI destacó que "como afirma san Pablo ‘ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor’ (Rm 8, 38-39)".
"Ésta es la fuerza del cristiano, que nace de la muerte y resurrección de Cristo, del acto supremo de un Dios que ha entrado en la historia del hombre no sólo con palabras, sino encarnándose".
El Papa dedicó luego unas palabras a la tercera sinfonía de Beethoven "que como se sabe estaba dedicada a Napoleón; pero, el gran compositor alemán cambió de idea después de que Bonaparte se proclamó emperador y modificó el título en: 'compuesta para celebrar la llegada de un gran Hombre'".
"Beethoven expresa con la música la idea del héroe portador de libertad y de igualdad que debe elegir entre la resignación o la lucha, entre la muerte o la vida, entre la rendición o la victoria... No voy a analizar los cuatro tiempos de la Sinfonía, me limito sólo al segundo, la célebre ‘Marcha fúnebre’... una impresionante meditación sobre la muerte... que invita a reflexionar sobre el más allá, sobre el infinito".
En aquellos años, concluyó el Papa Benedicto XVI, "Beethoven en el testamento de Heiligenstadt de octubre de 1802 escribía: ‘Oh Dios, tu desde las alturas conoces mi ser profundo, lo conoces y sabes que está lleno de amor por la humanidad y por el deseo de hacer el bien’. La búsqueda de un sentido que abra la puerta a una esperanza sólida para el futuro forma parte del camino de la humanidad".