El Papa Benedicto XVI señaló que la fe, el coraje y la perseverancia de los mártires son un noble testimonio rendido a la verdad del Evangelio de Cristo, en quien los fieles deben tener los ojos fijos.

Así lo indicó el Santo Padre en un video mensaje enviado a la Iglesia en Camboya que del 5 al 7 de enero realizó un congreso por el Año de la Fe titulado "El Concilio Vaticano II y la Iglesia".

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El Papa indicó que "en este Año de la Fe os invito a mantener los ojos fijos en la persona de Jesucristo, que es el origen y el fin de nuestra fe, y reiterar que Él es la Buena Nueva al mundo de hoy. En Él, los ejemplos de fe que han marcado nuestra historia encuentran su luz plena".

"Además, recordando el tiempo de los desórdenes que precipitaron vuestro país en la oscuridad, me gustaría subrayar cómo la fe, el coraje y la perseverancia de vuestros pastores y de vuestros hermanos y hermanas cristianos, de los que muchos de ellos encontraron la muerte, es un noble testimonio rendido a la verdad del Evangelio".

Este testimonio, prosiguió el Santo Padre, "se ha convertido en una fuerza espiritual inestimable para reconstruir la comunidad eclesial en vuestro país. Hoy, el gran número de catecúmenos y de bautismos de adultos demuestran vuestro dinamismo y son un signo feliz de la presencia activa de Dios en vosotros".

El Papa se refiriró así a los años de terror en Camboya. En 1970, los católicos eran 65 mil. Tras la masacre liderada por Pol Pot, solo quedaban unos mil en 1979 cuando el ejército de Vietnam invadió el país. Ninguno de los sacerdotes y las religiosas camboyanas sobrevivió al exterminio de los jemeres rojos, mientras que los sacerdotes misioneros fueron todos expulsados.

"Queridos hermanos y hermanas -continuó el Papa- como el apóstol Pablo os exhorto a ‘conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz’. ¡Tened la seguridad de las oraciones de vuestros hermanos y hermanas cuya sangre corrió por los arrozales! Sed levadura en la masa de la sociedad, dando testimonio del amor de Cristo hacia todos, construyendo lazos de hermandad con los miembros de otras tradiciones religiosas, y andando por los caminos de la justicia y la misericordia".

El Santo Padre alentó luego a los jóvenes a ser discípulos generosos de Cristo, a los seminaristas a ser sacerdotes entregados a la oración para invitar a otros a abrazar esa misma vida. A los religiosos y misioneros, el Santo Padre pidió ser "el hermoso signo de la comunión eclesial en torno a vuestros pastores para que vuestra fraternidad en la diversidad de sus carismas pueden llevar a muchas de las personas que vosotros servís y amáis con celo a reencontrar a Jesucristo".

"Y a todos los que buscáis a Dios, ¡perseverad y estad seguros de que Cristo os ama y os ofrece su paz!", exhortó.

Finalmente el Papa hizo votos para que "la Virgen María, Nuestra Señora del Mekong, en su humildad y fidelidad a la voluntad del Señor, os ilumine en este Año de la Fe. ¡Estad seguros de que os tengo presentes en mi oración, y con gran cariño os transmito a todos una afectuosa Bendición Apostólica!"