En sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI pidió a los padres preocuparse seriamente por el crecimiento y la educación de sus hijos, "imitando a la santa Familia de Nazaret".
En sus palabras alusivas a la fiesta de la Santa Familia de Nazaret, el Santo Padre indicó que los padres deben velar por "el crecimiento y la educación de los propios hijos, para que maduren como hombres responsables y ciudadanos honestos, sin jamás olvidar que la fe es un don precioso que hay que alimentar en los propios hijos también con el ejemplo personal".
Benedicto XVI señaló que el pasaje del Evangelio de Lucas presenta hoy "a la Virgen María y a san José que, fieles a la tradición, suben a Jerusalén para la Pascua junto con un Jesús de doce años".
"La primera vez en la que Jesús había entrado en el Templo del Señor fue a los cuarenta días después de su nacimiento, cuando sus padres habían ofrecido por él 'un par de tórtolas o de pichones de paloma', o sea la ofrenda de los pobres".
El Papa señaló que "hoy Jesús está de nuevo en el Templo, pero esta vez tiene un rol diferente, que lo involucra en primera persona. Él cumple, con María y José, la peregrinación a Jerusalén según cuanto prescribe la Ley, aunque todavía no había cumplido los trece años: signo de la profunda religiosidad de la Santa Familia".
"Cuando, sin embargo, sus padres vuelven hacia Nazaret, ocurre algo inesperado: Él, sin decir nada, se queda en la Ciudad. Por tres días María y José lo buscan y lo encuentran en el Templo, conversando con los maestros de la Ley; y cuando le piden explicaciones, Jesús responde que no deben sorprenderse, porque aquel es su lugar, aquella es su casa, junto al Padre, que es Dios".
El Santo Padre indicó que "la preocupación de María y José por Jesús es la misma de cada padre que educa a un hijo, lo introduce a la vida y a la comprensión de la realidad. Hoy por lo tanto es necesaria una especial oración al Señor por todas las familias del mundo".
"Al mismo tiempo, oremos para que cada niño sea acogido como don de Dios, sea sostenido por el amor del padre y de la madre, para poder crecer como el Señor Jesús 'en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres'".
El Papa pidió que "el amor, la fidelidad y la dedición de María y José sirvan de ejemplo para todos los esposos cristianos, que no son los amigos o los dueños de la vida de sus hijos, sino los custodios de este don incomparable de Dios".
"El silencio de José, hombre justo, y el ejemplo de María, que guardaba todo en su corazón, nos hagan entrar en el misterio lleno de fe y de humanidad de la Santa Familia. Deseo a todas las familias cristianas vivir en presencia de Dios con el mismo amor y con el mismo gozo de la familia de Jesús, María y José", concluyó.