El Papa Benedicto XVI publicó un artículo sobre la Navidad titulado “Tiempo de compromiso para los cristianos en el mundo” en el medio estadounidense especializado en economía “Financial Times”.
Según explicó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Santo Padre redactó el artículo a solicitud del “Financial Times”, que le pidió un comentario sobre la Navidad, con ocasión de la publicación de su último libro, “La Infancia de Jesús”.
En ocasiones anteriores, el Papa también respondió a solicitudes “inusuales” de medios de comunicación, como una intervención en la BBC, en Navidad, pocos meses después de su viaje a Reino Unido, o la entrevista para el programa “A su imagen” de la RAI, en la que respondió preguntas sobre Viernes Santo.
A continuación, el texto completo del artículo del Papa Benedicto XVI:
Tiempo de compromiso en el mundo para los cristianos
“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", fue la respuesta de Jesús cuando le preguntaron qué pensaba sobre el pago de los impuestos. Los que lo interrogaban, obviamente, querían tenderle una trampa. Querían obligarle a tomar partido en el encendido debate político sobre la dominación romana en la tierra de Israel.
Y sin embargo, había aún más en juego: si Jesús era realmente el Mesías esperado, entonces, de seguro, se opondría a los gobernantes romanos. Por lo tanto, la pregunta estaba calculada para desenmascararle, o como una amenaza para el régimen o como un impostor.
La respuesta de Jesús lleva hábilmente la cuestión a un nivel superior, poniendo en guardia, sutilmente, sea de la politización de la religión como de la divinización del poder temporal y de la búsqueda incansable de la riqueza. Quienes lo escuchaban tenían que entender que el Mesías no era César, y que César no era Dios.
El reino que Jesús venía a instaurar era de una dimensión absolutamente superior. Cómo respondió a Poncio Pilato: "Mi reino no es de este mundo".
Los relatos de Navidad del Nuevo Testamento tienen el propósito de transmitir un mensaje similar. Jesús nació durante un "censo del mundo entero", deseado por César Augusto, el emperador famoso por llevar la Pax Romana a todas las tierras sujetas al dominio romano.
Sin embargo, este niño, nacido en un rincón oscuro y distante del imperio, estaba a punto de ofrecer al mundo una paz mucho mayor, verdaderamente universal en sus objetivos que trascendía todos los límites del espacio y del tiempo.
Jesús se nos presenta como heredero del rey David, pero la liberación que traía a su propia gente no consistía en mantener a raya a los ejércitos enemigos; consistía,en cambio, en derrotar para siempre al pecado y a la muerte.
El nacimiento de Cristo nos reta a replantearnos nuestras prioridades, nuestros valores, nuestra forma de vida. Y ,al mismo tiempo que la Navidad es, sin duda, un momento de gran alegría, es también una ocasión de reflexión profunda, incluso de examen de conciencia.
Al final de un año, que ha significado privaciones económicas para muchos: ¿Qué podemos aprender de la humildad, de la pobreza, de la sencillez del pesebre?
La Navidad puede ser el momento en que aprendemos a leer el Evangelio, a conocer a Jesús no sólo como el Niño del pesebre, sino como aquel en que reconocemos al Dios hecho hombre.
En el Evangelio es donde los cristianos encuentran inspiración para la vida cotidiana y para su participación en los asuntos del mundo, sea en el Parlamento que en la Bolsa. Los cristianos no tendrían que huir del mundo, por el contrario, deben comprometerse en él.
Pero su participación en la política y en la economía tendría que trascender cualquier forma de ideología.
Los cristianos luchan contra la pobreza porque reconocen la dignidad suprema de cada ser humano, creado a imagen de Dios y destinado a la vida eterna. Los cristianos trabajan para una distribución equitativa de los recursos de la tierra, porque están convencidos de que, como administradores de la creación de Dios, tenemos el deber de cuidar de los más débiles y vulnerables.
Los cristianos se oponen a la codicia y la explotación porque están convencidos de que la generosidad y el amor desinteresado, enseñados y vividos por Jesús de Nazaret, son el camino que conduce a la plenitud de la vida. La fe cristiana en el destino trascendente de cada ser humano implica la urgencia de la tarea de promover la paz y la justicia para todos.
Debido a que estos fines son compartidos por muchos, es posible una colaboración amplia y fructífera entre los cristianos y los otros. Y, sin embargo, los cristianos dan al César solamente lo que es del César, pero no lo que pertenece a Dios. A veces, a lo largo de la historia los cristianos no han podido acceder a las peticiones de César.
Desde el culto al emperador de la antigua Roma a los regímenes totalitarios del siglo apenas pasado, César ha intentado tomar el lugar de Dios. Cuando los cristianos se niegan a inclinarse ante los falsos dioses propuestos en nuestros tiempos no es porque tengan una visión anticuada del mundo.
Por el contrario, es porque están libres de las ataduras de la ideología y animados por una visión tan noble del destino humano, que no pueden comprometerse con nada que la pueda socavar.
En Italia, muchos Belenes están adornados con ruinas de antiguos edificios romanos. Esto demuestra que el nacimiento del niño Jesús marca el fin del antiguo orden, el mundo pagano, en el que las pretensiones de César parecían imposibles de desafiar.
Ahora hay un nuevo rey, que no confía en la fuerza de las armas, sino en el poder del amor. Él trae esperanza a todos aquellos que, como él mismo, viven en los márgenes de la sociedad. Trae esperanza a aquellos que son vulnerables en medio de las suertes de un mundo precario.
Desde el pesebre, Cristo nos llama a vivir como ciudadanos de su reino celestial, un reino que todas las personas de buena voluntad pueden contribuir a construir aquí en la tierra”.