Durante una Misa solemne celebrada en la Iglesia de Santa María in Traspontina, a pocos metros del Vaticano, el Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, dijo que los católicos de las Américas deben estar "en la primera línea de combate por la justicia, la paz y los auténticos derechos humanos"; pero que ese compromiso sólo sería eficaz "con el testimonio de santidad".
La Misa, concelebrada por cardenales, obispos y sacerdotes de la curia vaticana, América Latina, Estados Unidos y Canadá, clausuró, en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de diciembre, el Congreso Internacional "Ecclesia in America" organizado por la Pontificia Comisión para América Latina y los Caballeros de Colón.
Recordando la aparición de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac, el Cardenal Ouellet dijo que "gracias a tres milagros de Santa María, la gracia prevaleció sobre la prudencia episcopal y marcó el momento de despegue de la Evangelización en el nuevo mundo".
"Pero Ella ahora insta a los bautizados de toda América a emprender el camino de la nueva evangelización", agregó.
Al referirse a la presencia de más de 150 cardenales, obispos, sacerdotes y laicos invitados al evento venidos de toda América y del Caribe, el Cardenal dijo que "hemos llegado acá a Roma, a esta reunión, guiados por la estrella, como 'sabios de occidente', la estrella que es la Virgen de Guadalupe".
"Vayamos ahora a dar testimonio del Evangelio que nos une por encima de fronteras y razas en un solo continente, como hijos de una sola Iglesia: el mundo entero, especialmente los pobres y los que más sufren esperan este testimonio".
"Los bautizados –continuó– debemos levantarnos para proclamar nuestra fe con orgullo, ciertamente con respeto por todos; pero con la urgencia de saber que debemos pasar la antorcha de esta fe a las nuevas generaciones de la cultura digital".
El Cardenal Ouellet habló con emoción del testimonio de santidad de la primera santa de América, Santa Rosa de Lima; y de la más recientemente canonizada, San Kateri Tekakwitha, y dijo que "ambas santas deben estar dándose la mano en el Cielo ahora, no sólo para velar por toda América, sino para impulsar en nosotros la nueva evangelización".
"Por eso –dijo el Cardenal canadiense– la única garantía de cumplimiento de nuestra misión es la santidad: la existencia hoy de hombres y mujeres santos".
"No hay ningún obstáculo para ser santos hoy, basta la fe de un grano de mostaza", concluyó.