El P. Pedro Mercado Cepeda, experto en derecho canónico y doctor en filosofía, calificó la postura del sacerdote jesuita colombiano Alfonso Llano que niega la virginidad de María y la divinidad de Jesús, como "claramente herética".
En una columna publicada en el diario El Tiempo en ocasión de la publicación del libro "La Infancia de Jesús" del Papa Benedicto XVI, el P. Alfonso Llano calificó a la virginidad de María como "un punto que parecía ya superado" en la Iglesia.
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En su texto, el P. Llano –que fue director del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad Javeriana a la que pertenece el también sacerdote jesuita Carlos Novoa que apoya públicamente al lobby del aborto liderado por la abogada Mónica Roa– aseguró que la Virgen María, "como madre del hombre Jesús, igual a nosotros, lo engendra con un acto de amor con su legítimo esposo, José, del cual tuvo cuatro hijos varones y varias mujeres".
En comunicación con ACI Prensa el 4 de diciembre, el P. Pedro Mercado Cepeda, Secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia señaló que "en el fondo, lo que el P. Llano niega es la divinidad de Cristo tal y como es entendida por el Magisterio y la Tradición".
El P. Mercado precisó que las opiniones que ha dado a ACI Prensa son a título personal y no pueden entenderse como la postura oficial del Episcopado colombiano. A continuación, el texto íntegro de la entrevista:
ACI Prensa: El Padre Llano parece disentir nuevamente sobre la doctrina católica y lo hace otra vez en un medio de gran difusión en Colombia ¿Se le ha expresado ya alguna indicación correctiva?
Padre Mercado: En la columna titulada "La infancia de Jesús" el sacerdote jesuita controvierte claramente la fe de la Iglesia Católica. No es la primera vez. Sus gravísimas afirmaciones van mucho más allá de la negación de la virginidad corporal de María. En el fondo, lo que el P. Llano niega es la divinidad de Cristo tal y como es entendida por el Magisterio y la Tradición.
En ese sentido, no tengo duda en afirmar que su postura es claramente herética. Sobre las indicaciones correctivas puedo decirte que algunos Obispos le han manifestado privadamente su descontento. Creo, sin embargo, que llegó la hora de aclarar definitivamente la situación. Espero que las autoridades eclesiásticas competentes tomen cartas en el asunto.
ACI Prensa: El sacerdote jesuita habla de que el "punto" de la virginidad de María "parecía ya superado". ¿La Iglesia ha "superado" el dogma de la Virginidad de María?
Padre Mercado: Lo que está superado es esa teología racionalista y reductiva que parece estar en el fondo de ciertas afirmaciones del P. Llano no sólo sobre la virginidad de María sino sobre otros elementos relevantes de la fe de la Iglesia.
ACI Prensa: ¿No es peligroso para los fieles leer de un sacerdote, que debe fortalecerlos en la fe, que la Virgen María "como madre del hombre Jesús, igual a nosotros, lo engendra con un acto de amor con su legítimo esposo, José, del cual tuvo cuatro hijos varones y varias mujeres"?
Padre Mercado: Por supuesto que es peligroso leer ese tipo de afirmaciones y más si las escribe un sacerdote. Los fieles terminan desconcertados. Por ello es importante que alguien les diga a esos fieles que las opiniones del P. Llano no son expresión de la fe auténtica de la Iglesia Católica.
La virginidad corporal de María es una realidad incuestionable desde una perspectiva bíblica y magisterial. La opinión del P. Llano es una postura personal, aislada del auténtico sentir de la Iglesia e incluso de un sano juicio teológico. Yo lo invitaría a estudiar ciertos temas teológicos con mayor detenimiento porque uno no se puede quedar anclado en la teología de los años sesenta.
ACI Prensa: ¿Esta negación repetitiva de las enseñanzas de la Iglesia no constituyen ya herejía?
Padre Mercado: Yo no tengo duda alguna al respecto. Espero que el P. Llano sea consciente de su situación canónica y se reconcilie pronto con la Iglesia. Espero, igualmente, que sus Superiores de la Compañía de Jesús tengan la coherencia y la valentía para solicitarle una retractación inmediata y pública.
Por otra parte, las autoridades eclesiásticas competentes deben asumir su responsabilidad y aplicar las medidas correctivas establecidas por el derecho canónico. La fe debe ser protegida en su integridad. Ese es un derecho de los fieles que no puede vulnerarse impunemente.