Ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus, en el primer domingo de Adviento, el Papa Benedicto XVI señaló que “en medio del desorden del mundo, o en los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen de Dios la salvación y la testimonian con un modo diverso de vivir, como una ciudad colocada sobre un monte”.
El Santo Padre explicó que “la palabra ‘adviento’ significa ‘venida’ o ‘presencia’. En el mundo antiguo indicaba la visita del rey o del emperador a una provincia; en el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo; un misterio que envuelve por entero el cosmos y la historia, pero que conoce dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Jesucristo”.
“Hoy la Iglesia inicia un nuevo Año litúrgico, un camino que viene ulteriormente enriquecido por el Año de la fe, a 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II. El primer Tiempo de este itinerario es el Adviento, formado, en el Rito Romano, por las cuatro semanas que preceden el Nacimiento del Señor, es decir el misterio de la encarnación”, señaló.
El Papa indicó que la Encarnación y el regreso glorioso del Señor al final de los tiempos, son dos momentos que “cronológicamente son distantes y no nos es dado saber cuánto”.
Estos momentos, señaló Benedicto XVI, “en profundidad se tocan, porque con su muerte y resurrección Jesús ha realizado ya aquella transformación del hombre y del cosmos que es la meta final de la creación”.
“Sin embargo”, remarcó, “antes del final, es necesario que el Evangelio sea proclamado a todos”.
“Este diseño de salvación de Dios, con el anuncio del Evangelio, que está siempre en acto, requiere continuamente la libre adhesión y colaboración del hombre; y la Iglesia, que es como la Novia, la esposa prometida del Cordero de Dios crucificado y resucitado, vive extendida en la memoria de su Señor y en espera de su regreso glorioso. Una espera hecha de esperanza vigilante y laboriosa”.
Benedicto XVI señaló que hoy la Palabra de Dios traza “la línea de conducta a seguir para estar preparados a la venida del Señor”.
“En el Evangelio de Lucas, Jesús dice a sus discípulos: ‘Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez … Estad en vela orando en todo tiempo’. Por lo tanto, sobriedad y oración”.
El Papa también indicó que “el apóstol Pablo añade la invitación a ‘progresar y sobreabundar en el amor’ de unos con otros, y para con todos para que se consoliden los corazones con santidad irreprochable ante Dios”.
El Santo Padre señaló que “la comunidad de los creyentes es signo del amor de Dios, de su justicia que ya está presente en la historia pero que no está todavía plenamente realizada, y por lo tanto es siempre esperada, invocada, buscada con paciencia y valor”.
Al concluir su alocución previa al rezo del Ángelus, el Papa exhortó a que los fieles nos dejemos guiar por la Virgen María, pues ella “encarna perfectamente el espíritu del Adviento, hecho de la escucha de Dios, de deseo profundo de cumplir con su voluntad, de gozoso servicio hacia el prójimo”.
“Dejémonos guiar por ella, para que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros, extender un poco de su reino de amor, de justicia y de paz”, señaló.