La organización abortista Amnistía Internacional (AI) enfrenta uno de los momentos más críticos en su historia, al sufrir de paralizaciones y protestas de sus trabajadores en todo el mundo, quienes cuestionan la capacidad de la organización para defender los derechos humanos si es incapaz de velar por los de sus propios empleados.
Según informa el diario británico The Independent, tras un proceso de reorganización estructural, que incluye docenas de despidos, AI enfrenta protestas de sus empleados en sus sedes de todo el mundo, de forma particular en las oficinas de Senegal, París (Francia), Uganda, Beirut (Líbano), Nueva York (Estados Unidos), Hong Kong (China) y Johannesburgo (Sudáfrica)
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Sin embargo, refiere el diario británico, el problema podría ser tan profundo como una "lucha por el alma" de la organización.
Amnistía Internacional fue fundada en Londres (Reino Unido) en 1961, por el abogado católico Peter Benenson, como una institución defensora de los derechos humanos, particularmente los prisioneros de conciencia, encarcelados por su fe bajo regímenes autoritarios.
Por su trabajo en este campo, la organización recibió el Premio Nobel de la Paz en 1977.
Tras los ataques de Al Qaeda a las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, AI decidió modificar su enfoque a derechos económicos, sociales y culturales.
Pocos años después, en 2007, Amnistía Internacional decidió apoyar la legalización del aborto como un derecho en todo el mundo, lo que llevó a la Iglesia Católica dejara de contribuir con su labor.
En esa ocasión, el entonces Presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, Cardenal Renato Martino, aseguró que "la Iglesia Católica dejará de financiar a Amnistía Internacional (AI) debido al cambio de posición decidido".
Tras este anuncio, muchas organizaciones católicas de todo el mundo dejaron de colaborar con el organismo abortista.
Amnistía Internacional también ha añadido a su cartera de derechos humanos protegidos, la promoción del mal llamado "matrimonio" homosexual.
Alan Scott, un trabajador sindicalizado de AI citado por The Independent describió a la organización abortista como "uno de los empleadores más mentirosos" que ha conocido.
Scott advirtió que "Amnistía Internacional no puede ser una organización defensora de los derechos humanos creíble si no respeta los derechos de sus trabajadores".
The Independent señaló que en medio de la purga interna que se vive en Amnistía Internacional, hay quienes han denunciado que la organización busca "construir la marca Amnistía" para reclutar más miembros y conseguir más dinero.
Un informante del diario británico al interior de AI advirtió que la organización "podría interesarse menos en ayudar a las personas que en usarlas como emblemas de problemas que necesitan ser abordados, y pedirles que firmen un documento para que podamos publicar su historia para conseguir fondos".
"Actualmente estamos más preocupados con colocar una oficina en India, y conseguir fondos localmente allá, que en hacer un trabajo por derechos humanos básicos", denunció.
La fuente interna del diario británico criticó que AI lanzó una campaña en defensa del grupo Pussy Riot, que protestó en la catedral cristiana ortodoxa de Moscú contra el presidente de Rusia, "porque está de moda, cazando la energía, saltando de un tema al siguiente".