El Presidente de la Subcomisión Episcopal de Pastoral Familiar y Defensa de la Vida del Episcopado Español, Mons. Juan Antonio Reig Pla, se refirió a la sentencia del Tribunal Constitucional que aprobó el “matrimonio” gay y explicó que esto hace parte de un programa “bien planificado” que busca dinamitar los cimientos de la cultura católica.
En entrevista publicada hoy por el Semanario Alfa y Omega, el también Obispo de Alcalá de Henares y Vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia precisó que “el proceso de demolición del matrimonio y de la familia como realidades naturales no es casual”.
“Nos encontramos ante un programa organizado por etapas, bien planificado y que forma parte de una especie de plan director más amplio: acabar con la preponderancia de la civilización cristiana y en concreto de la cultura católica, dinamitando sus cimientos antropológicos, filosóficos, jurídicos y teológicos”, señaló.
Mons. Reig Pla, doctor en teología moral, explicó cómo este proceso ha ido variando a lo largo de la historia para “intentar destruir nuestra civilización. Estos métodos consistían básicamente en la ideologización de las personas, para forzar el cambio de mentalidad y consiguientemente de costumbres. Respecto a los opositores se procedía a la sistemática eliminación física. Como demostró la caída de Hitler y después del Muro de Berlín, estos sistemas resultan ineficaces y con efectos limitados en el tiempo”.
Actualmente, prosiguió, “se ha invertido el proceso: ahora la idea es corromper las costumbres para que se produzca el cambio de mentalidad; y así está sucediendo. Por otra parte la alternativa actual a la eliminación física de los opositores es provocar su ‘muerte civil’. A este nuevo sistema se han apuntado tanto el pensamiento colectivista como el liberal; en esta situación nos encontramos”.
Mons. Reig Pla dijo luego que “como explicamos los Obispos españoles en el reciente documento La verdad del amor humano (VAH), el proceso de ‘deconstrucción’ de la persona, el matrimonio y la familia, ha sido ‘propiciado por filosofías inspiradas en el individualismo liberal, así como por el constructivismo y las corrientes freudo-marxistas’”.
“Primero se postuló la práctica de la sexualidad sin la apertura al don de los hijos: la anticoncepción y el aborto. Después, la práctica de la sexualidad sin matrimonio: el llamado ‘amor libre’. Luego, la práctica de la sexualidad sin amor. Más tarde la ‘producción’ de hijos sin relación sexual: la llamada reproducción asistida (fecundación in vitro, etc.). Por último (…) se separó la ‘sexualidad” de la persona: ya no habría varón y mujer; el sexo sería un dato anatómico sin relevancia antropológica. El cuerpo ya no hablaría de la persona, de la complementariedad sexual que expresa la vocación a la donación, de la vocación al amor. Cada cual podría elegir configurarse sexualmente como desee”.
El Obispo resaltó que “nos encontramos con la llamada ideología de género. Desde esta ideología, para acabar con las desigualdades hay que acabar con las diferencias, y por lo tanto con los conceptos de varón y mujer y todas sus implicaciones teóricas y prácticas”.
“Para el pensamiento marxista la diferencia sexual es traducida por desigualdad: no es un bien, sino opresión patriarcal. Para el pensamiento liberal los postulados de la diferencia sexual son una limitación inaceptable”.
Así pues, continuó el Obispo, “casi todos se han puesto de acuerdo: hay que subvertir los conceptos de hombre y mujer –ahora son queer; los antiguos ‘géneros’ han quedado obsoletos–; de esposo y esposa –ahora son ‘cónyuges’ A y B: ¿con el tiempo C, D…?”.
“En este proceso de ‘deconstrucción’ y manipulación del lenguaje el llamado ‘matrimonio igualitario o gay’ y los ‘modelos de familias’ se han constituido en términos fetiche para los defensores de los así llamados ‘nuevos derechos civiles o de segunda generación’. Sin embargo, como sucede con la democracia cuando se le pone apellido, no son más que la corrupción semántica –llevada a la política– de los conceptos naturales de ‘matrimonio’ y ‘familia’”.
Para el Prelado, “las víctimas de este caos están por todas partes: niños, adolescentes, jóvenes y adultos desorientados y a la deriva; ‘no parece exagerado afirmar que la nuestra es una sociedad enferma’”.
Por todo ello, precisó, “el gobierno está obligado moralmente a derogar ésta y tantas otras leyes injustas que atentan contra la familia y la vida. Evitando la concepción de niños o matándolos, esterilizando hombres y mujeres, incluso discapacitados psíquicos, corrompiendo a jóvenes y facilitando la destrucción de matrimonios y familias (por poner sólo algunos ejemplos) España no tiene futuro”.
Ante esta realidad, explicó Mons. Reig Pla, es urgente la nueva evangelización, que en su opinión debe hacerse en dos velocidades.
“La primera velocidad se refiere a cuidar con exquisita sensibilidad la pastoral ordinaria. Más allá de lo que entendemos por pastoral ordinaria, la segunda velocidad supone un replanteamiento del ministerio sacerdotal y de la labor de religiosos/as y laicos en todos los campos, incluida la doctrina social de la Iglesia”.
La nueva evangelización de la familia, resaltó, “puede y debe llevarse a cabo de muchos modos, pero el que nunca pueda faltar en las parroquias es la iniciación cristiana de jóvenes y adultos (bautizados y sin bautizar) según el modelo del Catecumenado Bautismal; es necesario volver a los orígenes”.
Para leer la entrevista completa, ingrese a: http://www.obispadoalcala.org/noticiasDEF.php?subaction=showfull&id=1352970000&archive