El Padre José Pedro Velázquez Figueroa, responsable de la Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de México, recordó que el cuerpo humano es el templo del Espíritu Santo y alertó que “abaratarlo” sólo con placer deja vacías a las personas.
En una entrevista publicada el 7 de noviembre, el sacerdote explicó que existen una serie de factores “en medio de sociedades materializadas y descreídas del verdadero bien eterno, Dios”, que afectan al cuerpo.
Entre ellos están “las famosas ‘P’: placer, padecer y poder, que son cadenas que encierran nuestro egoísmo, el sin sentido de la vida, que son efímeras y embriagan, pero la resaca es más brutal y acaba por vaciarnos totalmente”.
El Padre Velásquez recordó que la Iglesia Católica enseña que el cuerpo es un regalo precioso de Dios que se debe cuidar, conocer y emplear correctamente para la vida no sólo terrena, sino para la eternidad: “esto quiere decir que debemos buscar una vida sana, sabia y santamente aprovechada, en equilibrio con nosotros mismos, con los demás y con la creación toda”, dijo.
Al ser preguntado por la situación que se da cuando el cuerpo se convierte en un “templo de corrupción”, el sacerdote indicó que “al abaratar este sublime templo y convertirlo en mercado, ofendemos al Creador de tan excelso diseño y nos sobajamos buscando apropiarnos de algo que sólo tenemos en administración y no en plena posesión”.
“La venta de nuestra dignidad por basura –como dijera san Pablo– desfigura la esencia humana y sobrenatural, y convierte a la persona en una caricatura presa de sus pasiones carnales que lo rebajan a nivel irracional en la escala animal”, añadió.
Por ello, el presbítero alentó a cuidar el cuerpo “que se nos ha dado en administración para rendir cuentas cuando el Señor nos llame a su presencia. Promover un crecimiento sano e integral del cuerpo y del espíritu con un estilo de vida que incluye nutrición, ejercicio, recreación, descanso, trabajo y estudio, para lograr un equilibrio de los factores que nos ayudan a vivir la felicidad a la que hemos sido llamados”.
El sacerdote recordó que es necesario también vivir “en la sobriedad y sencillez que Cristo vino a enseñarnos, dóciles a la voz del Espíritu de Dios que nos llama a compartir nuestros dones, especialmente entre los más desposeídos. Fortaleciendo el Espíritu a través de la oración y la vida sacramental, mediante la formación en la fe, confesándonos, participando de la Santa Misa, etc.”.
Para leer la entrevista completa ingrese a: http://www.siame.mx/apps/aspxnsmn/templates/?a=8945&z=32