Un segundo milagro confirmado el pasado 14 de junio por los médicos convocados por la Congregación para las Causas de los Santos en el Vaticano podría ser el paso decisivo para que la beata colombiana Laura de Jesús Montoya Upegui, elevada a los altares en abril de 2004, sea próximamente declara santa.
Según informa el diario colombiano El Tiempo, para que se anuncie la canonización de la beata colombiana sólo resta que las autoridades vaticanas, el próximo 10 de diciembre, validen el milagro constatado por los científicos a través de un decreto que debe ser aprobado luego por el Papa.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El milagro realizado por intercesión de la hasta ahora beata ha sido la curación de un médico que se encontraba convaleciente y que, aquejado por una especie de lupus, daño renal y una atrofia muscular, se encomendó una noche a ella y amaneció completamente curado.
Esa noche, según contó al diario colombiano, el Dr. Carlos Eduardo Restrepo recuerda que "le dije: ‘madre Laura, si me saca de estas, yo me encargo de contarle al mundo su milagro para que la eleven a los altares’".
"Tengo una laguna. No sé si tuve una experiencia extracorpórea o si lo imaginé, o si fue el subconsciente, pero cuando me encomendé a la beata sentí una paz maravillosa", dijo.
El médico sanado por la intercesión de la beata colombiana aseguró que "si esto no es un milagro, entonces qué es".
"Cuando sabes que no tienes ninguna posibilidad y quedas intacto, entonces es un milagro", señaló.
Aída Orobio, religiosa superiora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena (conocidas como Misioneras de María), fundada por la Beata Laura Montoya, señaló que "ni aquí, en su tierra, la gente alcanza a dimensionar lo valiente y maravillosa que fue esta mujer".
"En una época en la que la mujer debía estar al lado del hombre, Laura se atrevió a seguir el llamado de Dios, pese a que la llegaron a tildar de loca", señaló.
La conversión de la beata, que trabajaba como educadora, según cuenta Aída Orobio, comenzó con su encuentro con un grupo de indígenas que sufrían diversos abusos, y creían no tener alma.
"Cómo es posible que vivan en tal marginación y alejados de Dios, si son tan colombianos como cualquiera y fueron los primeros habitantes de estas tierras", se preguntaba.
Eventualmente se mudó al interior de la selva colombiana, y empezó a vivir y a evangelizar a los indígenas, a pesar de las dificultades y ataques que sufrió a manos de los terratenientes de la zona.
La Beata Laura Montoya falleció el 21 de octubre de 1949, en lo que hoy se ha convertido en un museo y convento, en Medellín. La congregación de religiosas que fundó se ha extendido por África, América y Europa.
En sus últimos días, recuerdan quienes la conocieron, "tenía un gran sentido del humor. Se burlaba santamente de todo, sobre todo de ella. Cuando iban a visitarla, decía: 'Vengan a conocer al monstruo'".
Para entonces, una dura enfermedad la llevó a pesar alrededor de 150 kilos, y generó que se le hinchara todo el cuerpo, particularmente las piernas, pero ni aún así perdió su buen humor.