Carlos Payá, vocero del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), señaló que ser opositor en Cuba le ha costado a miles de jóvenes ser expulsados de la universidad y quedar desempleados, como le sucedió el lunes a Rosa María, hija del fallecido líder católico Oswaldo Payá Sardiñas.
En declaraciones a ACI Prensa, Carlos Payá afirmó que la decisión de la Universidad de La Habana de no aceptar a Rosa María como trabajadora de uno de sus centros de investigación –a pesar que fue asignada por el Ministerio de Trabajo-, "es una represalia" que se suma a los miles de casos que suceden en Cuba cuando el Gobierno califica a un joven de "no revolucionario".
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"Es un acoso que sufre toda la oposición. Yo fui expulsado de la universidad cuando era estudiante en 1986 porque ‘no era revolucionario’ y eso se mantiene así todo el tiempo", denunció desde España.
Lo mismo le sucedió a Harold Cepero, el activista que falleció junto a Oswaldo Payá el 22 de julio. "Fue expulsado (de la Universidad de Camagüey) por firmar el Proyecto Varela", indicó Payá.
"Cualquiera ahí en Cuba, que el Gobierno considere como ‘no revolucionario’ puede ser expulsado de una universidad, de un trabajo, puede ser negado un viaje, cualquier cosa. Allí no importa la capacidad docente que tenga uno, o como estudiante o como trabajador. Lo que importa más es su disponibilidad ideológica", añadió.
En el caso de Rosa María, la joven de 23 años y licenciada en Física había tramitado el permiso respectivo para ser liberada del centro de astronomía donde laboraba como "adiestrada" –periodo en que los estudiantes sirven al Estado para retribuir por sus estudios-, y ser trasladada a un instituto de la Universidad de La Habana donde hizo su tesis.
"A finales de este curso averigüé en este centro si me aceptaban, me dijeron que sí. Fui al centro de astronomía en que estaba trabajando, pedí que me liberaran y ellos lo hicieron", explicó a ACI Prensa.
Rosa María indicó que por ser "adiestrada" realizó otros trámites adicionales ante el Ministerio de Trabajo y este la ubicó en el centro donde ella deseaba laborar, tanto por motivos profesionales como económicos.
Sin embargo, cuando el lunes se acercó para iniciar sus labores, "me dijeron que no, porque este proceso había sido una violación y que debía haberle pedido permiso al rector para entrar a trabajar a este instituto de la Universidad de la Habana y por tanto no me aceptaban".
Ante este nuevo impase, la joven solicitó conversar con el rector, pero esto también le fue negado. "No me queda más remedio que pensar, que esta (decisión) no tiene nada que ver con trabajo" y que sería una represalia, expresó.