El Beato Papa Juan XXIII, que convocó al Concilio Vaticano II, quería que los teólogos y sacerdotes hablaran más del infierno a los fieles, según señala el diario del ahora Cardenal Roberto Tucci que en los años previos a ese gran evento eclesial se reunió en varias oportunidades con el Pontífice en su condición de director de la revista La Civiltà Cattolica.
El vaticanista italiano Sandro Magister da cuenta de este relato que ha sido publicado el 22 de octubre en la mencionada revista, presentando un resumen de los diálogos del “Papa bueno” con el entonces Padre Tucci. En “La Civiltá Cattolica”, revista de los jesuitas de Roma, los artículos son previamente aprobados por las autoridades del Vaticano.
En la segunda reunión del sacerdote con Juan XXIII, el 1 de febrero de 1960, dos años antes del inicio del Concilio, el Papa habló de la necesidad de actualizar el lenguaje de la teología y la doctrina católica. El Santo Padre dijo además que “había que hablar del infierno a los fieles, resaltando sin embargo ‘que el Señor será bueno con tantos’”.
También se dio tiempo para hacer un comentario a modo de broma sobre el infierno: “ciertamente, todos podemos ir, pero me digo a mí mismo: Señor, ¿no permitirás que vaya tu vicario, no?".
El 7 de junio de 1960, el Papa Juan XXIII comentaba que se sentía como un "prisionero de lujo" en el Vaticano y se refería a la pompa que lo rodeaba y que le incomodaba.
“No tengo nada contra estas buenas guardias nobles –confió el Pontífice–, pero tantas reverencias, tanta formalidad, tanta pompa, tanta procesión me hacen sufrir, créame. Cuando bajo (a la Basílica de San Pedro) y me veo precedido por tantas guardias, me siento como un detenido, un malhechor; en cambio, desearía ser el 'bonus pastor' para todos, cercano a la gente. (…) El Papa no es un soberano de este mundo. Cuenta como le incomodaba al principio ser llevado en la silla gestatoria a través de las salas, precedido por cardenales a menudo más ancianos y decrépitos que él (añadiendo además que ni siquiera era muy seguro para él, porque en el fondo se está siempre un poco en vilo sobre ella)".
La “Guardia Noble” a la que se refiere Juan XXIII fue suprimida por su sucesor, el Papa Pablo VI, al igual que la silla gestatoria en la que era trasladado el Pontífice. Además, la coronación con una tiara fue suprimida luego por Juan Pablo I, el “Papa de la sonrisa”.
En esa audiencia, el Santo Padre conversó con el Padre Tucci sobre la preparación del Concilio, cuando las comisiones encargadas de redactar los esquemas que debían llevarse al evento, ya estaban nombradas.
"El Papa tiene la intención –escribía el Padre Tucci– de implicar en el esfuerzo de preparación no sólo a la curia romana, sino un poco a toda la Iglesia. Observa que a menudo en el exterior la tienen tomada con la curia romana, como si la Iglesia estuviera toda ella en manos de los 'romanos'; hay tantas bellas energías también en otros lugares, ¿por qué pues no intentar implicarlas?".
El artículo señala que en la audiencia del 30 de diciembre de 1961, el Papa habló “sobre la situación política y la necesidad de que la Iglesia abandonara los viejos esquemas de contraposición ideológica, y trabajara para la reconciliación de los hombres”.
En aquella oportunidad el Santo Padre se lamentó de las críticas que le dirigían en algunos ambientes eclesiásticos por haber respondido al mensaje de felicitación que le había enviado el presidente de la Unión Soviética, Nikita Krusciov.
Sobre esto el Padre Tucci escribe: "el Papa no es un ingenuo, sabía muy bien que el gesto de Krusciov estaba dictado por fines políticos de propaganda; pero no responder habría sido un acto de descortesía injustificada. La respuesta, sin embargo, estaba calibrada. El Santo Padre se deja guiar por el sentido común y el sentido pastoral".
En los últimos meses antes del final de la larga fase preparatoria, Juan XXIII estuvo ocupado leyendo con gran atención los esquemas redactados por las comisiones antes de que fueran enviados a los padres conciliares.
El Papa no estaba muy satisfecho con dichos esquemas y habló de ello con el director de Civiltà Cattolica en la audiencia del 27 de julio de 1962.
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