Los Obispos españoles renuevan su "inquietud" ante propuestas políticas encaminadas a la desintegración unilateral de España y llaman al civismo ante los recortes del Gobierno, en la Declaración de la 225º Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española 'Ante la crisis solidaridad', en la que recuerdan otro documento titulado 'Orientaciones morales sobre la situación actual de España' redactado en su 88º Asamblea Plenaria, en 2006.
"Ninguno de los pueblos o regiones que forman parte del Estado español podría entenderse, tal y como es hoy, si no hubiera formado parte de la larga historia de unidad cultural y política de esa antigua nación que es España. Propuestas políticas encaminadas a la desintegración unilateral de esta unidad nos causan una gran inquietud", apuntan citando el texto de 2006 sobre nacionalismos que, a su juicio, "hoy, en la delicada situación de crisis que afecta a todos, se presenta con particular urgencia".
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Así, renuevan la llamada a la "responsabilidad" respecto del bien común de España, que realizaron en esa declaración en la que reconocían, en principio, la legitimidad de las posturas nacionalistas verdaderamente cuidadosas del bien común y exhortaban "encarecidamente al diálogo entre todos los interlocutores políticos y sociales".
"Se debe preservar el bien de la unidad, al mismo tiempo que el de la rica diversidad de los pueblos de España", añadían.
Inmigrantes y familias desahuciadas
Además, en el documento presentado este jueves sobre la crisis, los obispos muestran su "honda preocupación" por quienes más sufren las consecuencias –"las familias, en especial, las numerosas, los jóvenes, los pequeños y medianos empresarios, los agricultores y ganaderos, las gentes del mar, los trabajadores y los inmigrantes, entre otros"– y piden al Gobierno que los recortes no recaigan sobre los más débiles, "con especial atención a los inmigrantes, arbitrando más bien las medidas necesarias para que reciban las ayudas sociales oportunas".
Asimismo, piden "a quien corresponda" que se dé "un signo de esperanza a las familias que no pueden hacer frente al pago de sus viviendas y son desahuciadas".
"Es urgente encontrar soluciones que permitan a esas familias, igual que se ha hecho con otras instituciones sociales, hacer frente a sus deudas sin tener que verse en la calle. No es justo que, en una situación como la presente, resulte tan gravemente comprometido el ejercicio del derecho básico de una familia a disponer de una vivienda", remarcan.
Ante esta situación, reconocen y agradecen el "civismo y solidaridad, ahora especialmente necesarios" aunque comprenden que se generen en "muchas" personas "sentimientos de malestar y de desencanto, de irritación y de rechazo ante unas instituciones sociales y políticas que, aun disponiendo de tantos medios económicos y técnicos, no han sido capaces de ordenar la vida en común de un modo verdaderamente justo y humano", y especialmente, en los jóvenes".
Sin embargo, animan a que "el malestar social y político" sea "un reclamo a la búsqueda sincera del bien común y al trabajo por construirlo entre todos" y no sea "alimentado como excusa para la promoción de ningún interés político o económico particular, a costa del interés general, tratando de aprovechar en beneficio propio el descontento o el sufrimiento de muchos".
No obstante, expresan su "temor" porque la crisis o, al menos, sus efectos "no hayan tocado fondo todavía" ya que, según señalan, "países más fuertes económicamente que el nuestro han de tomar medidas preventivas y correctoras".
"En nuestro país, los gobiernos se han visto obligados a adoptar decisiones que exigen sacrificios a la mayoría de los ciudadanos, cuando muchos se encuentran ya en situaciones difíciles por falta de trabajo, por dificultades financieras y por la prolongación en el tiempo de esas condiciones", apuntan.
Además, señalan que "no se le oculta a nadie que la tensión social crece y que determinadas propuestas políticas han venido a añadir elementos de preocupación en momentos ya de por sí difíciles" y, por ello, los obispos consideran que deber dirigir, en especial a los católicos, pero también a todos los que deseen escucharles, "unas palabras que quieren aportar luz y aliento" para la consecución del bien común.
La fe para salir de la crisis
Concretamente, invitan a los creyentes a que renueven su fe y a los "vacilantes, a los que piensan haber perdido la fe y a los que no la tienen" a que acojan el don de la fe, sobre todo, con motivo del Año de la fe convocado por el Papa Benedicto XVI, con el objetivo de dar a la vida "el aliento y la fortaleza necesarios para superar los momentos difíciles".
A su juicio, cuando se cierra al horizonte de la fe, las personas acaban por convertirse en "centros del mundo, sin otro referente que los propios intereses, y se esfuman las bases para una comprensión de la existencia libre del egoísmo".
"La censura de la dimensión transcendente del ser humano, tan a menudo impuesta por la cultura dominante, conduce a verdaderos dramas personales, especialmente entre los jóvenes", subrayan.
En este sentido, instan a "apartarse de los ídolos de la ambición egoísta y de la codicia que corrompen la vida de las personas y de los pueblos, y a acercarse a la libertad espiritual que permite querer el bien y la justicia, aun a costa de su aparente inutilidad material inmediata" y añaden que "no será posible salir bien y duraderamente de la crisis sin hombres rectos, si no nos convertimos de corazón a Dios".
Así, reclaman "caridad" que definen como "una voluntad que, iluminada por la fe, se adhiere al amor a Dios y al prójimo de modo constante, razonable y desprendido hasta la entrega de la propia vida, si fuera necesario" y piden que se vea en todos los ámbitos: personal, familiar, social, económico y político.
Finalmente, los obispos rezan "por los gobernantes, para que acierten en sus difíciles decisiones" y "por los que más sufren los efectos de la crisis" a los que aseguran su solidaridad.