El Obispo de Líbano-Honda (Colombia), Mons. José Miguel Gómez Rodríguez, exhortó a que todo el país reaccione ante la "amenaza gravísima" de la posible despenalización total del aborto en esa nación.

En un comunicado pastoral con fecha 27 de septiembre, Mons. Gómez recuerda la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto y la píldora del día después, cuando el lobby del aborto en Colombia, liderado por la abogada Mónica Roa, busca ampliar irrestrictamente las causales del aborto que la Corte Constitucional despenalizó en tres casos en el año 2006.

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A este lobby del aborto, se ha sumado hace unos días el sacerdote jesuita Carlos Novoa de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, dirigida por la Compañía de Jesús en Colombia, quien apareció en televisión apoyando la posición de Roa y afirmando que, en cuanto al debate del tema del aborto, la postura de la abortista también es la de la Iglesia.

Por su importancia, ACI Prensa reproduce íntegramente el texto de Mons. Gómez (las negritas son nuestras):

COMUNICADO PASTORAL

A todos los fieles de la Diócesis de Líbano-Honda, con afectuoso saludo en el Señor.

Durante las últimas tres semanas hemos estado envueltos en un debate sobre el aborto que nos ha obligado a escuchar toda clase de posiciones, justificaciones y reclamos.

Las personas que quieren imponer a la nación una legislación permisiva han mostrado rabia infinita contra quienes representan una posición que se identifica con la enseñanza de la Iglesia Católica y han querido confundir a la opinión pública exacerbando odios contra la Iglesia a la que han querido señalar como anticuada y lejana a la realidad y a los derechos de las mujeres.

Han pretendido hacer que el tema del aborto se interprete solamente desde su aspecto religioso y han aprovechado para hacer campañas a favor de la llamada "píldora para el día después" y otros puntos de su agenda, cada vez más conocida por sus propuestas lejanas a la moral que nos enseñan la Sagrada Biblia y la Tradición Católica.

Por esto, en cumplimiento de mi deber como Pastor, les presento las siguientes consideraciones:

Primera:Ni el suscrito Obispo ni la Diócesis de Líbano-Honda tienen otro interés que el de evangelizar y comunicar la Verdad de Cristo a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad. Por lo tanto, nos asiste un deseo pastoral y nos declaramos absolutamente libres de todo vínculo con procesos de elección o reelección de dignidades para cargos públicos. Esa designación queda a quienes corresponde en las dinámicas propias de nuestra democracia.

Segunda: El tema del aborto, antes de ser un tema religioso, es un tema filosófico y ético. La ciencia, evidentemente, tiene también una palabra sobre él pero no puede arrogarse la función de establecer los principios por los cuales se podría justificar un acto como éste. El verdadero problema es el de la vida humana y el del momento de la concepción de la misma.

Todo ser humano normal, en uso de sus facultades, sabe que de la unión de las células sexuales del hombre y de la mujer, resulta una nueva vida.Más aún, gracias a las ciencias genéticas, sabe que en esa primera unión de las dos células que dan origen al nuevo ser, está toda la información que constituye a este ser en individuo único de raza humana, persona y sujeto de derechos y deberes.

Tercera: Por lo anterior, si se piensan rectamente las cosas, suprimir esa vida humana en cualquier etapa de su inicio o desarrollo, o impedir su nidación en el útero por medios químicos o físicos una vez concebida la vida, es la supresión voluntaria de una vida humana, a lo que todos los seres racionales llamamos "homicidio".

Y es el mismo acto homicida tanto si se hace sin aparente violencia como cuando se usa el químico de una píldora como cuando se hace con violencia mediante el empleo de diversos instrumentos de cirugía.

Cuarta: Las cosas deben ser llamadas por su nombre. Aunque se use la expresión "interrupción voluntaria del embarazo" se trata del mismo acto homicida y ninguna legislación que pretenda el respeto de la vida puede permitirlo o promoverlo.

Por lo mismo, nunca sería razonable forzar la reflexión de nadie hasta el punto de obligarle a admitir que hay algunas personas en este mundo que sí pueden cometer homicidios y otras que no. El aborto, o la interrupción voluntaria del embarazo, nunca podrá ser racionalmente admitido como un derecho de un grupo de personas.

Quinta: La Iglesia Católica, en su historia, tiene pruebas suficientes acerca de su amor a la vida y a las personas. Nunca ha pretendido ni pretende suprimir o menoscabar los derechos de las mujeres. Al contrario, si alguien tiene la buena voluntad de revisar sus posturas oficiales, verá cómo Ella ha querido siempre promover el derecho y la justicia a favor de todas las personas.

Nunca ha pretendido ni pretenderá lesionar a nadie, ni dar orientaciones equivocadas a nadie, ni obligar a nadie a actuar en detrimento de su propio bienestar integral como persona. La Iglesia comprende y compadece sinceramente a las mujeres que sufren y a las que enfrentan situaciones límite, y quiere acompañarlas y ayudarlas.

Por lo tanto, no es justo que grupos delirantes acusen a la Iglesia de inhumana o anticuada y hagan uso de los signos y símbolos respetabilísimos que Ella emplea para hacer burla pública y para estimular en sus espectadores sentimientos rastreros que, a su modo de ver, pudieran generar espacios propicios a sus pretensiones.

Ellos parecen querer obligar a la sociedad colombiana a aceptar situaciones, acciones y costumbres que la pueden destruir al sumergirla en los abismos de todo aquello que indica ignorancia sobre lo que es la persona humana en su dignidad inalienable, la familia conformada por el amor de un hombre y una mujer y los valores de una sociedad constituida sobre el Derecho y la Justicia auténticos.

Sexta: El Catecismo de la Iglesia Católica, en los números 2270 a 2275, en el contexto de las enseñanzas sobre el Quinto Mandamiento, habla con toda claridad acerca del aborto.

Me permito terminar estas consideraciones con algunas de sus frases: "La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida… La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana."

De esta manera, invito a todos los fieles de nuestra amada Diócesis de Líbano-Honda a ponerse en oración ferviente para que Colombia reaccione serena y favorablemente frente a esta amenaza gravísima para la integridad de las personas y para la salvaguarda del valor absoluto de la vida humana.

Pidámosle a la Inmaculada Madre que nos ayude a dar un sí total a la voluntad de Dios y a ser valientes en la defensa de los valores cristianos.

Dado en Líbano, el 27 de septiembre de 2012.

+ José Miguel Gómez Rodríguez
Obispo de Líbano-Honda